Defendamos la ciudad

Decía que la ciudadana presidenta había tomado en sus propias manos el asunto pues habría estimado que su decisión pudiera tener un efecto mediático que terminaría redorándole sus plumas, un poco desvanecidas a estas alturas. Esto, obviamente, significa que sus viera-pérez-gallo-yomas deberán ocuparse de minucias que casi no interesan mayormente: la ley general de elucración, el desparramo de Santiago a costa de sus mejores tierras agrícolas (*), las calles vacías de grantransantiago, las víctimas de las erupciones volcánicas, las plagas (neoliberales incluidos) que azotan a los pobres salmones, la ponzoña inhalada por los metropolitanos, algunos escandalillos de ambos lados de la divisoria que no existe y fáciles de desmemoriar, las pretensiones de algunos añejos ex-bacalaos por reseducir a la ciudadanía webout, la inflación que asoma, el precio de los combustibles, los rempujones y codazos con miras al-caldo-municipal(es), la modernización de la justicia, etc. Como se puede apreciar, un rico caldo de cultivo para que los chilenos internos y externos se pongan las pilas y comiencen a diseñar alternativas para desensillar a la Confederación Diestrosiniestra encaramada, aunque nos lleve años, pues las gárgaras celebratorias de los 100 años del nacimiento de Allende, no cubren el abandono casi cotidiano de sus banderas. (*) La Provincia de Quebec, Canadá, se apresta a legislar sobre los estímulos a los cultivos biológicos, mientras en Chile se entregan las mejores tierras de la Región Metropolitana a los hormigones inmobiliarios y amaneumáticos insertos en los engranajes de la CIDUJSV.