Si antes de las lluvias del fin de semana el problema de los hoyos o “eventos”, como los ha bautizado decorosamente el Gobierno, era grave, después de éstas sencillamente el problema en la Región Metropolitana pasó a transformarse en una verdadera emergencia vial, especialmente en el sector oriente de la capital. Para el constructor civil y especialista en calidad de obras viales de la Universidad Católica, José Mery, la situación obliga a plantearse la necesidad de revisar la actual normativa de construcción de calles, debido a la “agresividad” que han caracterizado a las lluvias de los últimas dos décadas. “Siempre la normativa requiere adaptaciones cuando nos vemos enfrentados a un clima que ya vemos que está teniendo cierta recurrencia. Particularmente tenemos el fenómeno del Niño 1982, 1986, 1992, 1997 y algo el 2002, lo que requiere un análisis de clima importante se debería ir incluyendo a los sistemas viales. Es decir, adaptar la norma a la situación geográfica, climatológicas... sí habría que hacerlo, lo que debería extenderse a los drenajes”, sostuvo. Mantenimiento deficiente Sin embargo, hay otro factor más inmediato que se podría corregir para dejar de tener una ciudad llena de “eventos”: el mantenimiento. Según explica, esta función históricamente ha sido muy precaria, debido a los exiguos recursos que han destinado para este ítem los distintos gobiernos. "El mantenimiento va orientado a subsanar las patologías que va presentado el camino. Si es asfalto desde los cinco años de vida, si es hormigón a partir de los 10 años aproximadamente. Pero en general, el mantenimiento es precario. El Ministerio de la Vivienda y Urbanismo, que tiene la tuición de toda la red vial urbana, tiene muy poco presupuesto para este ítem y esa es la realidad, es un hecho histórico, lo que en definitiva significa que los pavimentos van sufriendo deterioros, se van agrietando, se van cortando en bloques, van apareciendo baches, va habiendo una perdida estructural”, señaló Mery. Si ese es el contexto, no es de extrañarse entonces, que el clima y el tránsito vehicular deterioren aún más las calles. Al respecto, comenta que en esta oportunidad se dio un fenómeno particular en las comunas ubicadas bajo la cota 700, las que recibieron cerca de 30 a 35 mm de agua en el lapso de 10 horas, mientras que sobre ese nivel llovió el doble, lo que finalmente repercutió en los daños que todavía se pueden apreciar. ¿Hormigón o asfalto? Mery relata que le tocó inspeccionar ayer la calle Antupirén, en Peñalolen, donde había cuatro cuadras de “un asfalto muy deteriorado en una pendiente de un 3 a 4% y en otros casos de 6 a 7% donde el agua tomó bastante velocidad, escurriendo por un asfalto delgado, 5 cm, que tiene la calle Antupirén, espesor que consideró delgado para la situación geográfica donde se encuentra emplazada la calle”. Sin embargo, este hecho no significa necesariamente que el asfalto sea peor que el hormigón: “Esto es como elegir entre un Macintosh y un PC. Ambos tienen prestaciones similares, pero se duplica el costo”. “El asfalto tiene una ventaja, uno puede ir haciendo calles o dando espesores progresivamente de acuerdo el aumento del tránsito. Si en el año 2, año 3 o 10 crecen los tránsitos, ponemos otra capa de asfalto arriba, se adhiere muy bien; cosa que no se puede hacer con el hormigón, ya que los recrecimientos de éste son prácticamente iguales al inicial”, comentó. Echarle pa’ delante Por su parte, Patricio Herman, de la Agrupación Defendamos la Ciudad, señaló que el tema de los hoyos o “eventos”, debe dividirse antes y después del temporal. Esto porque los primeros están evidentemente vinculados a una deficiente construcción, mientras que los segundos responden a un problema más estructural, que es construir donde no se debe. “Creo que tenemos que dividir el tema en dos tipos de hoyos, en los que estaban hasta hace unos 10 días atrás, que son los que están hechos con asfaltos de mala calidad...Las calles en realidad debieran ser de concreto, de cemento, pero para que sean más barato lo hacen con unas capas muy delgadas de asfalto; y después tenemos los nuevos hoyos que han aparecido en La Reina, Peñalolen y Lo Barnechea, que son lo derivados de las condiciones monstruosas de agua que cayeron durante el temporal”, dijo Herman. A lo cual agregó, que “hay poco interés de las autoridades en respetar los equilibrios territoriales y ambientales. La cuenca de Santiago tiene ciertas características, que si bien es cierto el gobierno las conoce, en términos de saber cuáles son los terrenos aptos para construir y cuáles son los terrenos que no ofrecen garantías para construir... Aquí con el ánimo con el ánimo de echarle pa’ delante no más se construye en sectores donde la propia normativa dice que no se puede hacer”. Para Herman, la conclusión final que se puede sacar, a una situación que se repite año tras año, es que las autoridades escogieron actuar con un criterio permisivo, es decir, para que todo el mundo construya en cualquier parte con el fin de mover inversión y empleos, ese es el beneficio. Lo anterior, a un costo que significa exponerse sólo por algunos días al año a las criticas por no ceñirse a las normas vigentes.
02 Septiembre 2005
El Mostrador
Sugieren adaptar normativa de construcción vial a condiciones climáticas
El especialista en calidad vial José Mery sostiene los hoyos dejados por las lluvias revelan la necesidad de fortalecer la mantención y replantear las normativas de construcción a la recurrencia del Fenómeno del Niño. En tanto, Patricio Herman cree que la solución pasa por terminar con el criterio permisivo para el sector inmobiliario.
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