Defendamos la ciudad

El programa permite al visitante navegar la ciudad antigua tal como existía en el año 320, en tiempos del emperador Constantino el Grande. Gracias a un complejo programa, el visitante moderno podrá recorrer los edificios y plazas del Foro, acercarse al Templo de Vesta, vagar por la enorme Basílica de Majencio, observar las proas de los barcos en el Rostra, donde los oradores se dirigían a las multitudes, y pasar por el Arco de Séptimo Severo con sus bajorrelieves que muestran a los derrotados partos inclinados ante sus vencedores romanos. En el Coliseo, los visitantes pueden ver los asientos de piedra, caminar por el piso de arena o incluso bajar a los subterráneos para observar las jaulas del ascensor que subía a los leones y los tigres a la arena. Roma Renace. Sin embargo, Roma Renace no se construyó en un día y representa el esfuerzo de 10 años de un equipo de arquitectos, urbanistas, informáticos y arqueólogos de UCLA, el Politécnico de Milán y la Universidad de Virginia, dirigidos por profesor de arquitectura y diseño urbano de UCLA, Diane Favro y por Bernard Frischer, un erudito clásico que dirige el Instituto de Tecnología Avanzada en Humanidades de la Universidad de Virginia, con un financiamiento de $2 millones donados por Intel, Microsoft y la Fundación A.W. Mellon. Debido a la ausencia de un plan de comercialización, la mejor manera, por el momento, de ver la ciudad consiste en recurrir a un buscador eficiente o bien ir a http://www.msnbc.msn.com/id/19169594/site/newsweek/. 2. Valparaíso: su patrimonio en proceso de deterioro: Hace ya años somos testigos de un deterioro progresivo e irreversible del Patrimonio de Valparaíso, base de su singular calidad de vida. Lamentablemente los ejemplos superan cualquier ánimo conformista si incluso ha habido pérdidas humanas, y si se suman y siguen los casos de edificios emblemáticos y conjuntos de viviendas incendiadas y en ruinas, como el Severín y Subercaseaux, la Calle Serrano y el Pasaje Luvford; la constante y sostenida paralización de Ascensores como el Barón, Villaseca y Polanco; el cierre definitivo de valioso comercio tradicional como el emporio Echaurren, Jardín Pumpin, Lomitos Bernal, Paquetería Ibarra, entre muchos otros; y las intervenciones inadecuadas que deterioran sus entornos, como falsos históricos en el Sitio Patrimonial y los atentatorios edificios en altura en el Almendral y en la Caleta el Membrillo. A esta lamentable situación se suma la amenaza del posible cierre del café Riquet y de paralización definitiva de los Trolleys, la inminente demolición del edificio de la Ex Chiletabacos para ser reemplazado por dos torres de 26 pisos y la privatización y pérdida del parque municipal Quintil (carta firmada por Paz Undurraga C. arquitecto) Ud. podrá decir- como yo- que Roma no es Valparaíso y que Valparaíso no es Roma y sería muy osado de mi parte contradecirle. El problema- y hay aquí un problema- es que los romos y saltabancos que legislan, invierten, se nutren, defecan en y deciden sobre Valparaíso piensan lo mismo y, lo que es peor, no tienen ni la más remota idea que tanto Roma como Valparaíso poseen en común un patrimonio urbano que, salvando los siglos, la envergadura y las huellas presentes, personas cultas, sensibles y conscientes consideran importante respetar, preservar o integrar adecuadamente. A diferencia de los romos, lo romanos, ayudados por empresas con un alto concepto de su imagen de ciudadanos corporativos, abren la bolsa y contribuyen a una verdadera hazaña intelectual que incluso un romo podrá apreciar, si tiene tiempo, curiosidad, computador y sabe usarlo. Héctor Arroyo, arquitecto y urbanista Montreal.16.06.2007