Desde comienzos del año 2015 el Senado resolvió gestionar directamente el canal y no recurrir a la externalización de los servicios, que era lo habitual. En ese marco se emprendió la tarea de modernizar el canal, para lo cual se ha materializado la compra de nuevos equipos, además de gastos en personal. No ha existido suficiente justificación de por qué resultaría más conveniente la gestión directa antes que externalizar los servicios en productoras especializadas, asunto que desde el punto de vista del uso de los recursos públicos resulta indispensable. Asimismo, es discutible que la Corporación disperse recursos y energías en la gestión directa de un canal.
Es acertado que la actual presidencia del Senado haya detenido estas compras directas y se privilegie el sistema de licitaciones públicas. Ello debería ser un estándar en el Congreso y no una opción, como ocurre actualmente con sus adquisiciones.
Es legítimo que una instancia como el Senado cuente con distintas plataformas para informar a la ciudadanía de la actividad legislativa que allí se realiza, donde cabe también la señal televisiva. Pero un modelo de canal como el que actualmente existe, y que probablemente se busca profundizar mediante esta modernización de sus instalaciones, debería ser objeto de un mayor análisis. Parte sustancial de sus contenidos excede el quehacer propiamente parlamentario, lo que si bien no es cuestionable en sí mismo, responde a un modelo televisivo mucho más amplio, y por tanto lo relativo a su presupuesto y líneas editoriales debería ser más estricto.
Fuente: La Tercera http://www.latercera.com/noticia/opinion/editorial/2016/06/894-685670-9-cuantiosos-gastos-de-tv-senado.shtml