Chile eligió a Juan Luis Isaza Londoño, profesional colombiano de prestigio y larga trayectoria. Isaza ha visitado varias veces el país, se ha reunido con diversas autoridades y organizaciones sociales. Y a fines del año pasado entregó lo que las autoridades consideraron un “avance” de informe, ya que le hicieron precisiones y se le pidieron algunas cosas que desconocemos. Y las desconocemos porque ese “pre-informe” no es público a pesar de las diversas solicitudes realizadas por diversos organismos y ser pagado por un organismo público.
Finalmente el informe está, fue entregado en su versión final por Juan Luis Isaza y se esperaba que el viernes recién pasado se hiciera público. Pero seguirá sin ser conocido.
¿Qué razones hay para no hacer público el informe Isaza?
¿Algún niño demora la entrega de sus notas cuando éstas son buenas? ¿Quién atrasa las buenas noticias? ¿Sobran las buenas noticias en el país y en Valparaíso? Sólo se atrasa la entrega de información cuando ésta es negativa, cuando se debe preparar el ambiente para poder recibirlas de mejor forma.
La razón –o la excusa- sería que se desea que el propio Isaza, en persona, lo de a conocer. ¿Vale la pena esperar un mes por la sola razón de conocerlo de mano de su autor? No parece. Los problemas de Valparaíso y la situación política del país no hacen recomendable dejar más terreno a especulaciones, a rumores y a legítimas suspicacias, que a estas alturas tienen bases…
Rumores como que los “avances” entregados con anterioridad por Isaza son muy malos para la empresa portuaria (empresa del Estado) y para el gobierno, impulsor del proyecto T2.
Las verdaderas razones para no dar a conocer el informe Isaza es probable que no las conozcamos nunca -más allá de rumores y de versiones parciales-, pero sus consecuencias sin lugar a dudas serán más desconfianzas y dudas, como si Valparaíso y el país tuvieran paciencia y aguante y capacidad de acumular frustración y rabia sin límite.
Y lo anterior se incrementa si sabemos que el informe está en manos de las autoridades locales -Intendente y Alcalde de Valparaíso- y Nacionales -La Moneda- y, por supuesto, en poder de la Empresa Portuaria, la que lleva adelante el cuestionado proyecto de ampliación del puerto, el T2.
En rigor, una nueva traición a la idea de un gobierno ciudadano, incluso a la democracia, a la esencia de una ciudad puerto que es Patrimonio de la Humanidad por la forma de vida que acoge, por sus habitantes, que es en definitiva a quienes se niega la información.