Calcula que Juan de Dios Vial, sus hijos Aníbal, gerente general y director vitalicio de la fundación, y León, socio de la corredora LarrainVial, que administra su patrimonio, obtienen $1.000 millones de la fundación de beneficencia.
Silenciosamente, la fundación Arturo Irarrázaval Correa, creada en 1920, para ayudar a los liceos técnicos profesionales, se convirtió en la más rica de Chile. Dueña de un patrimonio de US$ 300 millones, no recibe aportes de terceros y paga a su gerente general un sueldo que muchos envidiarían en la empresa privada, y a sus directores, una generosa dieta por asistir a cuatro sesiones al año.
El fundador no tuvo hijos, murió en 1963, dejando su fortuna y unos estatutos que establecen que el 10% de sus resultados –equivalente a las utilidades en una sociedad con fines de lucro– debe destinarse a sueldos y dietas.
Las cifras son atractivas para sus destinatarios. En los últimos cuatro años, los resultados de la fundación oscilaron entre $5 mil millones y $7.200 millones y, como los siete directores titulares se reparten un 4%, recibieron dietas de entre $2,3 millones y $3,4 millones mensuales cada uno.
Los titulares son Juan de Dios Vial Larraín, ex rector designado de la U. de Chile y Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales; su hijo Aníbal Vial Echeverría, ex rector de la U. Santo Tomás; Arturo Yrarrázaval Covarrubias, ex decano de Derecho de la UC y antes de la U. de Los Andes; Bruno Philippi Irarrázaval, ex presidente de la Sofofa; Manuel José Zegers Irarrázaval, socio de la corredora de seguros Finco; Juan Hurtado Vicuña, accionista de Entel, Consorcio y Pucobre, separado de una sobrina bisnieta del fundador, y Felipe Astaburuaga Echeverría, sobrino bisnieto del fundador, quien por ocho años recibió también un sueldo de $4,5 millones brutos como encargado de la relación con los liceos. Todos son descendientes del fundador, como él lo quiso, o están casados con sus parientes.
Tres son vitalicios, cosa que contemplan los estatutos: Vial Larraín, su hijo Aníbal y Arturo Yrarrázaval, quienes reciben dieta de por vida.
En junio del año pasado, Vial Larraín renunció a la presidencia de la fundación en favor de Yrarrázaval, quien era el gerente general, cargo que fue ocupado por Aníbal Vial con un sueldo mensual de $14 millones brutos. El no confirma ni desmiente el monto, pero afirma que su renta –que por primera vez en la historia es un monto fijo– y la de su equipo es más barata que la de su antecesor y su gente.
Yrarrázaval como gerente general recibía el 4% de los resultados como dicen los estatutos, lo que se tradujo en un sueldo anual de $200 millones en 2012; $288 millones en 2011 y $250 millones en 2010. Cifras que ganan gerentes del sector financiero, retail y telecomunicaciones, en empresas con gran competencia, ventas superiores a mil millones de dólares y más de 10 mil empleados. Yrarrázaval además obtenía dieta como director.
“Hace diez años fui por curiosidad y me enteré de los sueldos al revisar la memoria. Me pareció una inmoralidad. Puros Vial, Echeverría, Irarrázaval, la aristocracia en pleno, usufructuando de una fundación de beneficencia. Con una asistencia ridícula a los directorios se echan más de $25 millones al bolsillo. Y el ex gerente general, Arturo Yrarrázaval, ganaba más de $200 millones”, afirma Eguiguren, agricultor de Temuco que hace dos años vendió su fundo con dos mil novillos y 500 hectáreas sembradas de trigo, avena y raps.
No ejercía a tiempo completo, ya que mientras ocupó el cargo –entre 2005 y 2013– fue decano de Derecho de la UC (2003 a 2010) y ejerció como abogado y árbitro en su estudio Yrarrázaval, Ruíz Tagle, Goldenberg, Lagos & Silva, que formó en 2000, cuando se independizó de Philippi, Yrarrázaval, Pulido & Brunner. Allí siguieron sus hermanos Jaime y Juan Irarrázabal, que escriben su apellido de manera distinta. Previo a 2005, fue subgerente de la fundación y recibía el 1% de los resultados.
Hay tres consejeros suplentes –Fernando Márquez de la Plata Irarrázaval, José Miguel Pereira Irarrázaval y Juan Echeverría Vial, cuyo padre fue gerente general de la fundación por 35 años– que se reparten el 1% de los resultados.
Se agrega a lo anterior la junta de vigilancia –compuesta por los herederos del fundador inscritos en una apetecida lista–, que obtiene un 0,1%. La integran 110 personas, pero sólo se les paga a los que asisten a la reunión anual en marzo o abril en el Club de la Unión de El Golf. No son más de 50; en su mayoría, mujeres. Aunque los estatutos delegan en ella la elección del directorio como en una junta de accionistas, en la práctica no es así, porque el presidente Juan de Dios Vial proponía elegir o reelegir a ciertos candidatos y todos asentían. Excepto a uno, Luis Eguiguren Hodgson, sobrino nieto del fundador, quien hace una década comenzó a reclamar.
La aristocracia en pleno
“Hace diez años fui por curiosidad y me enteré de los sueldos al revisar la memoria. Me pareció una inmoralidad. Puros Vial, Echeverría, Irarrázaval, la aristocracia en pleno, usufructuando de una fundación de beneficencia. Con una asistencia ridícula a los directorios se echan más de $25 millones al bolsillo. Y el ex gerente general, Arturo Yrarrázaval, ganaba más de $200 millones”, afirma Eguiguren, agricultor de Temuco que hace dos años vendió su fundo con dos mil novillos y 500 hectáreas sembradas de trigo, avena y raps.
“Reclamé y me dijeron que está en los estatutos. Cuando se fijó el 4% de los resultados la fundación era chica, pero con el volumen actual es una exageración. No entras a una fundación de beneficencia para ganar plata. Pregúntele a Patricia Matte cuánto se echa al bolsillo como presidenta de la SIP o a los directores de la Fundación Las Rosas”, alega Eguiguren, quien ha asistido otras cinco veces a la reunión anual y exigido una modificación de estatutos. “Todos se me fueron encima. Me da vergüenza. Juan de Dios Vial me dijo que, así como no se había reformado el Código Civil de Andrés Bello, no debían reformarse los estatutos”, sostiene quien fuera regidor por Temuco por el Partido Nacional y presidente de la Sofofa de la misma ciudad.
Pese a sus dichos, hubo un intento del directorio por hacer cambios a los estatutos, cuenta Aníbal Vial, sin entrar en mayores detalles, pero no se reunió el quórum de 2/3 de la junta de vigilancia.
Eguiguren apunta a que Vial ha beneficiado a sus hijos Aníbal y León, socio de LarrainVial, la corredora que administra el patrimonio de la fundación. “Mientras estuvo vivo, el tío Arturo hacía los negocios en su corredora en Valparaíso, pero después de su muerte Juan de Dios Vial escogió a LarrainVial. El estatuto dice que todos los negocios deben ser ejecutados por un banco de primera clase y LarrainVial no lo es”, afirma Eguiguren, quien agrega que hace un tiempo hubo ofertas de otras dos corredoras más baratas y no fueron consideradas.
Aníbal Vial asegura que LarrainVial fue escogida en vida por el fundador, cobra un 0,4% por cada operación y no recibe ni un peso extra por la asesoría. No le consta que haya habido ofertas de otras corredoras, “pero te aseguro que no son más baratas, porque yo conozco el servicio que presta LarrainVial, gestiona una cartera muy amplia de acuerdo a los requerimientos de los estatutos, que exigen privilegiar empresas que repartan dividendos y lo digo al margen de que mi hermano (León) esté ahí”.
Cuenta que el fundador vio un boletín con información bursátil muy completa de LarrainVial en los años 60, le gustó mucho, comenzó a recibirlo y decidió confiarle a la corredora el manejo de sus negocios y de las operaciones de la fundación.
Para LarrainVial es un negocio atractivo: en 2013 ganó $775 millones en comisiones y $739 millones en 2012.
Juan de Dios Vial es el único de los actuales miembros del directorio que fue nombrado por el fundador, quien le tenía gran admiración, pese a la diferencia de edades. Asumió la presidencia cuando aquel murió. Estaban emparentados políticamente; María Teresa Echeverría Eguiguren, la señora de Vial, es sobrina nieta.
El fundador hizo fortuna comprando acciones en todo el mundo. “La mitad quedó en los países de la cortina de hierro. Vivía en Buenos Aires –su mujer era argentina–, en un departamento modestísimo. Pasaba tiempo en París. Hablaba siete idiomas. Era el hombre más avaro del mundo y si hubiera sabido que se iban a echar $500 millones al año en dietas y sueldos, desarma la fundación”, afirma Eguiguren.
La fundación destina el 49,9% de sus resultados a apoyar liceos que postulan proyectos que son evaluados antes y después de su ejecución: 86 establecimientos y 10 fundaciones reciben aportes, según la página web. El 40% se reinvierte principalmente en acciones.
Entre los beneficiados hay colegios salesianos, maristas, del Opus Dei, fundaciones como la del Magisterio de la Araucanía (de la Orden de los Capuchinos), San Vicente de Paul, Belén Educa, Cámara Chilena de la Construcción y SNA. Las ayudas van desde becas de alimentación, alojamiento a útiles escolares e infraestructura. En promedio, reciben $25 millones.
Eguiguren reclama que Aníbal Vial ha obtenido importantes donaciones para la revista Educar, que pertenece al Grupo Educar, del empresario Fernando Larraín Peña, controlador de LarrainVial, Watt’s y Viña Santa Carolina. Hasta asumir la gerencia de la fundación, Vial era el director ejecutivo de esta corporación que tiene un OTEC (Organismo Técnico de Capacitación) que dicta cursos para profesores y una Agencia de Asistencia Técnica Educativa (ATE) para colegios vulnerables.
El año pasado, la publicación –que se reparte entre los profesores de los liceos beneficiados– obtuvo $130 millones, un poco más que en 2012. Eguiguren alega que Vial organizaba seminarios anuales para los profesores, a través del Grupo Educar, que financiaba la fundación. Cuatro al año y cada uno a un costo de $9 millones. “La familia Vial, entre Juan de Dios, la corredora LarrainVial, su hijo Aníbal, las revistas que edita y los seminarios, se lleva mil millones de pesos de la fundación”.
Aníbal Vial sostiene que es una “infamia” y que tales críticas corresponden “a una mala interpretación de los hechos”.
Este año toca renovar a los consejeros Bruno Philippi y Manuel José Zegers, porque cumplen tres años en el cargo, pero hasta ahora la tónica ha sido la reelección por décadas. Y que los hijos sucedan a los padres: ocurrió con Philippi, Arturo Yrarrázaval y José Miguel Pereira.
El suplente Fernando Márquez de la Plata Irarrázaval está enfermo e impedido de continuar en el puesto. No se sabe qué va a ocurrir. El directorio estaría barajando no incorporar a uno de sus hijos, sino a un pariente de otro consejero.