La normativa amplía el límite urbano de la capital y permite aumentar el promedio de habitantes por hectárea. Finalmente crece la urbanización en ocho comunas: Quilicura, Renca, Maipú, Cerro Navia, Pudahuel, San Bernardo, La Pintana y Puente Alto.
Algunos de los defensores del PRMS 100, como su impulsor el Gobierno, enfatizan que aquí se crean tres mil hectáreas de áreas verdes. El argumento es inmediatamente refutado por el director de la escuela de Arquitectura de la Universidad Diego Portales, Ricardo Abuauad.
“Las áreas verdes tienen que estar donde vive la gente, acá van en la periferia de la periferia, limitando con el campo. Acá no tiene sentido un área verde con mantención del Estado. Si los municipios están en situación de financiar esta superficie, pongámoslo donde vive la gente, y no en la nueva periferia, donde pierde todo sentido”, explica.
El académico ha llamado a la conformación de un comité de expertos para la revisión del Plan Regulador, por considerar que este no obedece los lineamientos de la Política Nacional de Desarrollo Urbano que desarrolló el Ejecutivo con las recomendaciones de una comisión asesora.
Cabe mencionar, de todas formas, que dicha política fue cuestionada por algunos de estos expertos como el arquitecto Matías Klotz, que señaló en una oportunidad que esta se aprobó sin considerar las recomendaciones y favoreciendo a los sectores más poderosos de la industria inmobiliaria.
Si bien no puede dar fe de una intervención, el CORE Manuel Hernández, asegura que la industria inmobiliaria es a viva luz la gran ganadora con este proyecto.
“Si bien no tengo datos concretos, hay que preguntarse quiénes son los beneficiados con el incremento del valor del suelo, de la expansión urbana, y el negocio para esta política subsidiaria, que recae en grandes inmobiliarias que se mueven detrás de esos objetivos”, advierte.
Para el director del Departamento de Urbanismo de la FAU de nuestra Casa de Estudios, Alberto Gurovic, lo más lamentable del PRMS 100 es el efecto que tiene a nivel nacional, considerando que en regiones se están emulando las políticas capitalinas.
“El PRMS100 no solamente es una terrible decisión que deja de responsabilizarse por la ciudad. Tiene otras razones que pueden ser atendibles, pero genera un modelo que se transmite y se comparte, y es mucho más dramático todavía: el querer ser santiaguino”, asegura.
Para Gurovic, aquí presionó el comercio inmobiliario para ampliar el área de cobertura del proyecto, que en un principio proyectaba zonas alejadas en condiciones de autonomía relativa mayor, lo que se consideraba positivo hasta que se optó por el sentido contrario, es decir una sola masa de crecimiento constante.
Además fue determinante el precio de suelo, que en sectores urbanos es más alto. En resumen, según el académico había muchas razones “para pedir una discusión más abierta”.
Finalmente el académico lamentó que Santiago avance a convertirse en una “ciudad sin música y sin poesía. Y lo peor, se contagia al resto”.
Hay que recordar además que este proyecto de PRMS ha sido rechazado tres veces por la Contraloría en nueve años de tramitación e incluso el actual Gobierno retiró el proyecto del órgano ante sus cuestionamientos.