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Once años demoraron las negociaciones que culminaron en 2004 con la apertura del Centro Cultural Santa Rosa de Apoquindo —como se conoce la casa— y el Museo de la Chilenidad en Colón con Padre Hurtado. Las hermanas Gandarillas contrataron al estudio Prieto y Cía. para negociar un acuerdo que derivó en cambios al Plan Regulador de Las Condes.
Todo partió en enero de 1993. El entonces concejal Esteban Tomic recuerda que entró a la oficina del alcalde Joaquín Lavín y observó unos planos sobre la mesa y caras largas. La mala noticia era que la familia quería lotear el enorme paño de su propiedad, que abarcaba desde Colón hasta Bilbao (de norte a sur) y desde Padre Hurtado a Visviri (de oriente a poniente). Cuatro manzanas en total, incluyendo la del Portal La Reina.
Con eso desaparecía parte de la historia de Chile, pues en esa casa vivió el primer Presidente de Chile, Manuel Blanco Encalada, quien la compró como residencia de verano y le agregó toques europeos a la que era una típica casa de campo chileno. Construida en 1795, estaba rodeada de un hermoso parque de 6,5 hectáreas con palmeras, cedros y otras especies de dos siglos y la heredaron las Gandarillas de su bisabuelo Eugenio Guzmán casado con una de las hijas del Presidente Manuel Montt.
No había cómo impedirlo, ya que no contaba con ningún tipo de protección especial. Lavín intentó que se convirtiera en la casa de los Presidentes, pero no había presupuesto y la idea no contó con la anuencia del entonces mandatario Eduardo Frei. La versión del municipio es que en ese tiempo se la declaró inmueble de conservación histórica, por lo cual un cambio o demolición parcial requería de la aprobación del Seremi de Vivienda de la Región Metropolitana.
En ese momento, además, se estudiaban cambios al Plan Regulador de Las Condes, lo que se presentó como una oportunidad para salvar la casa de las retroexcavadoras.
Aunque la zona del paño de las Gandarillas, según el municipio permitía levantar un máximo de cinco pisos, la familia presentó un proyecto de “conjunto armónico” que, cumpliendo con algunas condiciones, permitía construir sin límite de altura. Y así fue como se edificaron cinco torres de 21 pisos que están pegadas a los estacionamientos de lo que hoy es el Centro Cultural Santa Rosa de Apoquindo y el Museo de la Chilenidad.
En un intento por tratar de bajar la altura de los edificios se consultó a la Dirección de Aeronáutica, porque el lugar está cerca del aeródromo Tobalaba, lo que podía causar problemas en el descenso de las aeronaves, Carlos Larraín, entonces concejal que había asumido la alcaldía tras la renuncia de Lavín para competir por la Presidencia de la República, logró que se eliminaran dos pisos.
El nuevo Plan Regulador de 1995 fijó una constructibilidad de 15 y 9 pisos, pero según el municipio la familia ya tenía aprobado “conjuntos armónicos”, por lo cual podían disponer de la altura que quisieran. Entretanto, la casona y el parque se mantenían en statu quo y sin habitantes, pues a mediados de los 90 —Paz Gandarillas y Julio Pereira, y sus hijos Julio, el director del SII, y Francisco; y Yolanda Gandarillas, casada con el corredor de Bolsa Gustavo de la Cerda, padres de dos hijas— la habían desocupado.
Luego vino el Plan Regulador de 2003 que fijó la misma altura para los terrenos de su propiedad y un acuerdo con los Gandarillas para que se acogieran a esa altura y no al máximo que podían, según el municipio, al ser “conjuntos armónicos”.
El concejal Tomic trabajó durante sus dos períodos (1992-2000) en esta causa y afirma que para conseguir la donación hubo que incluir cambios en el Plan Regulador, de manera que lo que entregaba la familia tuviese equivalencia económica para ella. No recuerda detalles precisos sobre los cambios en particular.
Carlos Larraín asegura que no hubo beneficio económico para las Gandarillas, porque donar la casa y el parque significaba dejar dos hectáreas sin construir y que, a cambio, se les otorgó mayor altura en el resto de los terrenos. A ambos concejales el resultado los dejó felices. En 2004 se concretó la donación y se rescató una casa histórica y un parque en el que los vecinos pasean, hacen deporte y capean el calor bajo palmeras de dos siglos de vida.
Aún quedan interrogantes….
Ayer el sitio digital Ciper Chile reveló que en la manzana donde se levantó el Portal La Reina el concejo aprobó cambios en 2003 al Plan Regulador. Aumentó la superficie autorizada a construir en los terrenos que no se arrendaron a Cencosud y, dado eso, Pereira, de La Cerda y Cencosud intentaron hacer otro centro comercial en el sitio que está cruzando la avenida Cuarto Centenario. Los vecinos enviaron oficios y el proyecto no se autorizó por razones administrativas.
Si algo queda claro es que las Gandarillas y sus descendientes cambiaron el amor a las tierras agrícolas por el amor al negocio inmobiliario.
