Aeropuerto de Santiago Señor Director: Permítame insistir en el tema del aeropuerto de Santiago. Sobre las soluciones inorgánicas que se imaginan para él, como la construcción del hotel frente al edificio terminal, que dañaría y desnaturalizaría irremediablemente su imagen, asunto este que si resulta grave hoy día, sería por su ubicación centralizada aún peor cuando se amplíe nuevamente el terminal y tome su configuración en forma de U. Si bien la segunda etapa del aeropuerto se construyó con dinero del concesionario, el edificio es del Estado chileno, que lo ha recibido a cambio de la concesión de su explotación comercial. Al respecto cabe insistir en que la construcción del hotel nunca formó parte del contrato de concesión inicial que se obtuvo a través de una licitación pública. Se trató de una negociación privada posterior. Entregamos al MOP en marzo de 1997 lo que se llamó el Anteproyecto Avanzado de la segunda etapa (un total de alrededor de 400 planos de arquitectura e ingeniería más otros documentos), que corresponde básicamente a lo construido hasta hoy. En esa oportunidad quedó claro en el informe final que esta segunda etapa, de acuerdo con las proyecciones de tránsito de pasajeros, alcanzaría sólo hasta el año 2005, manteniendo un “nivel de servicio” de grado medio. No debería ser una sorpresa que el aeropuerto se encuentre colapsado. Las autoridades a cargo, aparentemente —hay siempre un velo de misterio que las rodea y las deja mudas—, no tienen prevista la construcción de una nueva etapa en fecha próxima. En medio de esto, el gerente de la concesionaria ha reclamado en declaraciones a “El Mercurio” que el “charquicán institucional”, así calificó a las demasiado complacientes autoridades, no lo han dejado ampliar el tercer nivel, construyendo una losa sobre el espacio del hall de llegada de pasajeros. Sus planes van más allá que la construcción del hotel; juega al arquitecto e imagina además otras transformaciones interiores que dañarían irremediablemente la calidad espacial y arquitectónica del edificio, rellenándolo hasta donde aguante. Al transitorio concesionario del aeropuerto nada lo autoriza para desvalorizarlo. No puede ser que sus intereses comerciales, o soluciones de urgencia, planteadas en esta forma burda, sin mayor alcance o visión de futuro, se transformen en guía de diseño. Uno se acuerda del antiguo edificio terminal en que el nivel de servicio al pasajero y visitante decayó hasta el derrumbe. Hacia allá vamos. Se seguirá insistiendo, como se ha hecho con el hotel, en llenar espacios destruyendo todo el sentido del proyecto y con ello el valor de la cuantiosa inversión realizada. En vez de soluciones improvisadas es necesaria la ampliación del aeropuerto y continuar con el cumplimiento de su Plan Maestro. Alberto Montealegre Klenner Arquitecto
08 Marzo 2006
Opinión publicada en Cartas al director de El Mercurio, 7 de Marzo.
MOP continúa actuando en contra de los intereses de la comunidad
Por Alberto Montealegre Klenner. Señor Director: Permítame insistir en el tema del aeropuerto de Santiago. Sobre las soluciones inorgánicas que se imaginan para él, como la construcción del hotel frente al edificio terminal asunto este que si resulta grave hoy día, sería por su ubicación centralizada aún peor cuando se amplíe nuevamente el terminal y tome su configuración en forma de U.
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