Defendamos la ciudad

Patrimonio público En las modernas democracias, en donde la civilización (del latín civis, ciudad), prima sobre los intereses momentáneos de los políticos y las apetencias de un mercado inmobiliario voraz, se acostumbra a devolver al Estado las instalaciones utilizadas por las instituciones públicas (regimientos, hospitales, etc.), que dejan de cumplir el fin que avaló la cesión de edificios y terrenos para el desarrollo de sus actividades. Con ello se resguardan los bienes públicos y de paso, se evita que se venda a la mitad de precio lo que posteriormente se comprará al doble o más. El caso de la Empresa de Ferrocarriles del Estado, es palmario a la hora de legislar sobre la materia. Los datos abundan para señalar que lo que e enajenó graciosamente en los ochenta y los noventa, hoy se debe adquirir a un valor que supera con creces lo recaudado por esta desafortunada decisión. En las modernas democracias existe la institución del patrimonio público, que administra y gestiona las instalaciones construidas y los terrenos utilizados por las instituciones públicas. En las modernas democracias cualquier alteración de este patrimonio pasa por el parlamento y a veces, se hace necesaria la realización de un referéndum para modificar la propiedad de los bienes físicos del Estado. En estas democracias, el Estado es un ente superior separado de la administración pública y del gobierno, difiriendo radicalmente de nuestra realidad en donde estas tres instancias se mezclan y diluyen. En las modernas democracias, los terrenos e instalaciones de regimientos, aeropuertos, hospitales, etc. son en sentido estricto, propiedad del Estado y retornan al patrimonio público una vez que han dejado de servir para el fin que justificó la cesión. Con ello se evita que se mal utilice y mal venda un bien que como en el caso del Aeropuerto de Cerrillos, posee valores ambientales y climáticos que superan con creces las posibles utilidades inmobiliarias.