En 1937 nace el barrio El Golf, y acoge a la alta sociedad chilena de entonces que -como señala el cronista Miguel Laborde en su libro homónimo- abandona sus enclaves tradicionales, trasladándose hacia el oriente y demostrando una actitud mucho menos conservadora que la que se observa en ciudades como Buenos Aires, donde esa "sociedad casi no se ha movido, fiel a su trozo de Europa, independiente de las seducciones más modernas, capaz de exaltar y mantener sus palacios y mansiones, los de siempre, los que nunca podrán tener los nuevos ricos". Muchas de las hermosas mansiones de El Golf, construidas a mediados del siglo XX, hoy no existen. Es el signo de la modernidad: el fin de un paisaje urbano idílico y de un patrimonio arquitectónico de valor incalculable, arrasado por altas y modernas torres que proliferan con increíble rapidez. Allí, en calle Asturias 400, sobrevive una magnífica casa diseñada por los arquitectos Alberto Cruz Eyzaguirre y Luis Vidal Vidal (su construcción se efectuó entre los años 1954-55). "Lo notable es que su dueño de toda la vida, el profesional estadounidense David Billikopf Marshall inició los trámites de declaratoria. Son escasos los ejemplos de particulares que protagonizan este tipo de gestiones patrimoniales y hay que celebrarlo, porque es una manera de proteger los inmuebles, sobre todo si fallece el dueño y no hay herederos. La casa queda protegida", cuenta Óscar Acuña, secretario ejecutivo del Consejo de Monumentos Nacionales, y cita como otro ejemplo los trámites que realizó Cecilia García-Huidobro, ex vicepresidenta de la Corporación Patrimonio Cultural de Chile, para declarar monumento nacional a su casa Santa Teresa de Llaillay (vivienda donde vivió Jenaro Prieto). Entre las razones que pesaron para declarar monumento nacional a Asturias 400, explica María Fernanda Rojas, arquitecta del Consejo, "ésta representa un modo de vida, hoy en abandono". Precisa que estamos ante un típico estilo arquitectónico Georgian Colonial Revival, que causó furor en Estados Unidos, entre la Primera y Segunda Guerra Mundial, con elementos palladianos , es decir, con simetría de las chimeneas y albañilería a la vista. La casa posee un frente y un antejardín que da a la calle Asturias y un patio posterior con numerosas especies arbóreas plantadas en 1956, como ceibos, encinas, tilos, sauce y jacarandá. "También es muy valioso que este inmueble mantiene su uso original y sigue siendo habitado por su propietario. No terminó convertido en una oficina, como muchas construcciones del barrio", puntualiza Rojas. Miguel Laborde entrega otros datos históricos de interés. En 1953, su dueño adquirió 5.030 m², parte de un paño de siete hectáreas que perteneció al empresario textil Nicolás Yarur. "Ahí se construyó esta casa, inspirada en la vivienda Stephen Foster Memorial Home, ubicada en Florida (EE.UU.). Por lo mismo, Asturias 400 revela que no sólo el estilo francés fue un referente clave para nuestra arquitectura". Hay que felicitar a esta rara avis. El propietario es un espécimen en extinción, frente al imparable desarrollo de las ciudades que privilegian la plusvalía y la rentabilidad, por sobre la protección del patrimonio". (Maureen Lennon Zaninovic) Patricio Herman Agrupación Defendamos la Ciudad
20 Julio 2010
Joya arquitectónica desafió la voracidad inmobiliaria:
La casa del barrio El Golf que siempre quiso ser monumento
No es muy común que un particular inicie este tipo de gestiones para resguardar el patrimonio. Según los expertos, la Casa Asturias 400 "tiene el valor de la representatividad de un modo de vida, hoy en abandono". El Mercurio 20 de julio 2010.
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