José Acosta integra la organización no gubernamental CESTA en El Salvador y está convencido de que Centroamérica debe tomar conciencia de la gravedad del cambio climático. Inundaciones, deslaves, tormentas y huracanes asociados al calentamiento global afectarán especialmente a las poblaciones más vulnerables en los países más pobres. Pero muchas de esas poblaciones están lejos de saber qué acciones tomar para adaptarse a la nueva realidad. Buscando crear conciencia en las comunidades más vulnerables de América Central, CESTA se unió a otras organizaciones no gubernamentales de la región para crear el Movimiento Centroamericano de Víctimas y Afectados y Afectadas por el Cambio Climático, MOVIAC. El movimiento nació en junio de 2008, en un foro sobre cambio climático que fue realizado en El Salvador y convocado por Amigos de la Tierra. El objetivo no es sólo que las comunidades comprendan su condición de víctimas y afectadas del cambio climático y puedan de manera informada exigir acciones concretas de las autoridades locales. También se busca que las propias comunidades se preparen, aprendiendo a conservar alimentos, seleccionando las semillas mejor adaptadas y restaurando bosques. "Comunidades abandonadas" Muchas de las comunidades afectadas son comunidades abandonadas, no tienen acceso ni siquiera a los más elementales servicios básicos. En algunos casos ni siquiera saben hablar el castellano José Acosta, CESTA "La gente de las comunidades desconoce que la causa de fenómenos como sequías, huracanes e inundaciones está relacionada al nivel de consumo de sociedades que viven en otras partes del mundo", dijo José Acosta a BBC Mundo. "Muchas de las comunidades afectadas son comunidades abandonadas, no tienen acceso ni siquiera a los más elementales servicios básicos. En algunos casos ni siquiera saben hablar el castellano. Además hay una conciencia mágica que hace que todos los fenómenos que se dan se relacionen con aspectos sobrenaturales". El movimiento ha buscado difundir la temática del cambio climático a través de folletos, cuñas de radio, clases y eventos como el foro "Justicia Climática Ya" en la Universidad San Carlos de Guatemala en octubre del año pasado. MOVIAC asegura que los gobernantes y la sociedad no han comprendido la urgencia y la magnitud del problema del cambio climático, a pesar de que la región ya ha sufrido fenómenos devastadores como el huracán Mitch, que provocó más de 11.000 víctimas mortales en 1998. El cambio climático tendrá un impacto mayor en las poblaciones más vulnerables. La deforestación contribuyó al terrible impacto del huracán, ya que la falta de árboles hizo que la tierra fuera menos capaz de absorber agua y agravó los deslaves. El movimiento señala que, a pesar de esas experiencias, se ha continuado depredando bosques para grandes proyectos de infraestructura o explotación de recursos, aumentando así la vulnerabilidad de los ecosistemas y de las comunidades. MOVIAC denuncia además como "falsas soluciones" ante el cambio climático medidas como la producción de biocombustibles o la venta de bonos de carbono, señalando que en ninguno de estos casos se busca una disminución en los niveles de consumo y uso de recursos energéticos de las sociedades industrializadas. Conservar alimentos y mejorar semillas Los campesinos investigan qué semillas se adaptan mejor a sequías e inundaciones. Para reducir la vulnerabildad de las poblaciones en caso de inundaciones, se busca que aprendan técnicas de conservación de alimentos sin refrigeración, mediante, por ejemplo, el secado y salado de carnes, la deshidratación de frutas y verduras, la elaboración de conservas y el ahumado y enterrado de alimentos. También se trata de que los campesinos mejoren sus propias semillas, las intercambien a nivel local e investiguen cuáles son más resistentes ante el cambio climático. En la zona del Bajo Lempa, unos 100 kms al sureste de San Salvador, por ejemplo, los campesinos han reportado que las semillas de "maíz negrito" (una variedad de maíz de color morado oscuro) son más resistentes que variedades híbridas a las sequías prolongadas. Cultivos como el arroz han resultado ser muy resistentes en caso de inundaciones y el árbol de coco parece enfrentar bien tanto inundaciones como sequías. La comunidad La Tirana en El Savador está restaurando el bosque de manglar. Se procura además que los campesinos aprendan a restaurar y conservar bosques, aplicando técnicas que permitan integrar la producción forestal con los cultivos agrícolas, en lugar de talar bosque para producir comida. La comunidad salvadoreña La Tirana, por ejemplo, está conservando un bosque de manglar de 400 hectáreas y ha establecido viveros para arborizar aquellas áreas que necesitan ser restauradas. El movimiento prepara un nuevo encuentro regional en junio y se propone llevar una delegación a la conferencia internacional de cambio climático que tendrá lugar en diciembre en Dinamarca. En todas las estrategias, la idea central es que sólo se podrá reducir la vulnerabilidad de las comunidades en Centroamérica ante el cambio climático si hay mayor conocimiento y protagonismo de las propias poblaciones afectadas.