EL PASO DEL DAKAR DEJÓ UNA HUELLA AMBIENTAL EN EL DESIERTO FLORIDO A simple vista, el desierto de Atacama parece un llano seco y sin vida, pero basta escarbar unos pocos centímetros en sus arenas para desenterrar su vitalidad. Aparecen bulbos de malvillas (Cristaria sp), también la "flor de la viuda" (Zephyra elegans) y el huilli (Leucocoryne sp). Y arbustos que parecen secos y quemados, como los de "cuerno de cabra" (Skytanthus acutuw), que resguardan en su interior un verde intenso que espera germinar. Todas estas especies, conservadas por años por la niebla matinal, la camanchaca, esperan pacientemente las precipitaciones que de vez en cuando vuelven multicolor al desierto más seco del mundo. Aparece el desierto florido. Las floraciones cambian los marrones del desierto por los tonos lilas de las patas de guanaco (Calandrinia longiscapa) o los amarillos de las añañucas (Rhodophialia bagnoldi). Ese era el riesgo ambiental más latente ante el paso de más de 200 vehículos todoterreno, motos, autos, camionetas, cuatriciclos y camiones, además de otros cientos de vehículos de asistencia. Su paso podría desenterrar muchos de esos bulbos que sólo bajo tierra sobreviven al inclemente sol. Y así ocurrió. Para verificar esto, dos geógrafos del Centro del Desierto de la Universidad Católica, Pilar Cereceda y Pablo Osses, acompañados por "El Mercurio", recorrieron sectores del trayecto del Dakar en sus etapas 9 y 10, es decir, el lunes 12 y martes 13, las fechas clave de la competencia. En una quebrada cerca del sector de Caserones, a 40 km al oeste de Copiapó, las huellas de vehículos dejaron cientos de surcos que cambiaron la fisonomía del lugar; dejaron al descubierto decenas de bulbos y diseminaron arbustos y cactáceas. "No podemos hablar de un desastre ecológico si este sector afectado es ínfimo en comparación con el resto del desierto, pero si este sector es de los pocos donde existe flora desértica, eso es más grave", explica Cereceda, directora del Centro. Más al sur, cerca de la bahía Salada, zona costera donde el fenómeno del desierto florido se intensifica, el paso del Dakar dejó cicatrices en los llanos, cambiando el paisaje para siempre. Nuevos caminos "El registro de la caravana es acotado, por lugares específicos, pero si esto se vuelve a repetir en otras zonas, con nuevos dakares, el daño aumenta", afirma Osses. Otro de los temores de los expertos es que el recorrido del Dakar sea imitado por jeeperos amateurs, que abundan en el norte del país, y que pueden profundizar y multiplicar esos surcos en el desierto. Las otras zonas sensibles para el desierto florido y por donde pasaron los todoterreno son el llano de Algarrobal y la quebrada de Totoral. En el Centro del Desierto de Atacama previeron este daño e intentaron vanamente contactarse con los organizadores y las autoridades responsables para advertirles estos riesgos, pero no hubo caso. "Claramente en el Gobierno existía poca información al respecto; como el recorrido era secreto, nadie sabía por dónde iba a pasar el Dakar, y menos del daño que podría provocar", señala Osses. "A la Conama sólo le bastó con prohibir el paso por los parques y reservas nacionales, pero existen muchos ecosistemas sensibles como el desierto florido", dice Cereceda. Los expertos afirman no oponerse a otro Dakar, pero sí desean que se tomen mayores resguardos en los ecosistemas: "Tenemos un vasto desierto con muchas posibilidades de recorrer, atenuando los daños ambientales, pero los organizadores y las autoridades necesitan una orientación profesional para ello". Sobre el daño ya hecho, los profesionales señalan que sólo un profundo estudio en esas zonas puede determinar la dimensión del perjuicio provocado al desierto florido. También es necesario medir cuánto puede soportar el desierto y si está preparado para afrontar otras competencias.