Después del terremoto y el tsunami que azotaron el centro norte del país, el destacado arquitecto Miguel Lawner escribe esta carta abierta a la ministra de Vivienda y Urbanismo, Paulina Saball. Primero hace un recorrido histórico, en el que muestra cuán frecuentes han sido los tsunamis en Chile. Luego, elabora una serie de propuestas que apuntan a convertir la reconstrucción en un proceso participativo y comunitario, además de la creación de una agencia especializada.
Una nueva catástrofe ha debido afrontar el gobierno de Michelle Bachelet: el terremoto de magnitud 8,4 en la escala Richter, con epicentro en Canela Alto, cuando recién se cumple un año y medio de su mandato.
Esta vez el gobierno ha salido bien parado. La Onemi informó oportunamente la alerta de tsunami, sonaron de inmediato las sirenas y los mensajes en los teléfonos celulares; un millón de personas evacuó ordenadamente sus hogares; los servicios de agua potable y electricidad experimentaron escasas interrupciones al igual que la conectividad vial y el rápido decreto de estado de excepción, permitió incrementar con personal de las Fuerzas Armadas la seguridad en las zonas afectadas.
También salió bien parada nuestra experiencia antisísmica. Ningún edificio construido conforme a la normativa vigente resultó con daño significativo. El país ha ido adquiriendo una cultura antisísmica a partir del terremoto de Talca en 1928, que dio origen a las primeras normas en esta materia, incorporadas en la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones de 1931. A partir de entonces, cada nuevo sismo de alta intensidad trajo consigo el perfeccionamiento del cuerpo normativo. Los resultados están a la vista.
En localidades del interior como Illapel, Canela, Combarbalá y otras, colapsaron o quedaron inhabitables construcciones antiguas, en su mayoría de adobe, probablemente autoconstruidas.
borde-costero-tsunamiSin embargo, al igual que lo ocurrido con el terremoto del 2010, los daños mayores provienen del tsunami que sucedió al sismo. Sus efectos fueron devastadores en el borde costero, arrasando con viviendas, locales comerciales, costaneras, jardines y mobiliario urbano, situadas en localidades como Tongoy, la caleta de Coquimbo, Totoralillo, Los Vilos, Playa La Boca de Concón y otras. Volvimos a presenciar la estremecedora escena de embarcaciones, automóviles, vehículos pesados o containers, depositados 200 metros mar adentro, tras el paso de un violento tren de olas que alcanzó hasta 4 a 5 metros de altura.
Resulta increíble el uso y a menudo el abuso practicado con nuestro borde costero, sin que hayamos establecido norma alguna destinada a evitar o al menos mitigar los efectos de los maremotos, no obstante la persistencia de estos cataclismos a lo largo de la historia de Chile.
La mitología mapuche guarda hasta estos días la existencia de dos seres con forma de serpiente que viven en permanente conflicto: Caicai-Vilú (serpiente marina que domina los poderes del mar) y Tentén Vilú (serpiente que domina los poderes de la tierra, el fuego y los volcanes).
Es innegable que esta leyenda, recogida en años posteriores a la conquista española por el fraile jesuita Diego de Rosales, tiene sus fundamentos en los maremotos que asolaron sin piedad nuestro territorio durante los milenios anteriores a la conquista española. Resulta sorprendente que coincida con la leyenda del diluvio universal consagrada por las tradiciones cristianas:
En la cumbre de cada uno de estos montes altos llamados Tentén,
dizen que habita una culebra de el mismo nombre, que sin duda es
el Demonio que los habla, y que antes que saliese el mar les dixo lo
que avía de suceder y que se acogiesen al sagrado de aquel monte,
que en él se librarían y él los ampararía.
Fingen también que había otra culebra en la tierra y en los lugares
baxos, llamada Cai Cai Vilú, y otros dizen que en esos mismos
cerros, y que ésta era enemiga de la otro culebra Tentén, y
asimismo enemiga de los hombres, y para acanarlos hizo salir el
mar y con su inundación quiso cubrir y anegar el cerro Tentén y a
la culebra de su nombre, y asimismo a los hombres que se
acogieran a su amparo y trepasen a su cumbre.
Y compitiendo las dos culebras Tentén y Caicai-Vilú, ésta hazía
subir el mar y aquella hazía levantar el cerro de la tierra y
sobrepuxar al mar, tanto quanto se lebantaban sus aguas. Y que lo
que sucedió a los indios cuando el mar comenzó a salir y a inundar
la tierra fue que todos a gran priessa se acogieron al Tentén
subiendo a porfía a lo alto y llebando cada uno consigo sus hixos y
mugeres y la comida que con la prisa y la turbación podían cargar. [1]
Diego Barros Arana, registra en su Historia General de Chile los siguientes tsunamis ocurridos tras grandes terremotos, todos ellos con efectos devastadores:
28.10.1563: Arauco y Concepción
08.09.1570: Concepción.
16.12.1575: Valdivia
24.11.1604: Arica e Ica (Perú)
15.03.1657: Concepción
08.07.1730: Valparaíso
25.05.1751. Concepción e Islas de Juan Fernández
11.04.1819: Huasco y Caldera.
19.11.1822. Valparaíso y Quintero. Maremoto registrado por la escritora inglesa de paso en Chile María Graham en su libro “Diario de mi residencia en Chile”.
20.02.1835. Concepción y Talcahuano. Registrado por Charles Darwin en su viaje a Chile.
07.11.1837: Valdivia y Chiloé. Registrado por el naturalista Claudio Gay.
26.05.1851: Huasco.
13.08.1868: Sur de Perú y Norte de Chile ( Arica, Pisagua e Iquique). Este tsunami afectó toda la cuenca del océano Pacífico, registrándose en Australia, Alaska, Islas Marquesas, islas Chatman, Nueva Zelanda, Hawai, costa oeste de Estados Unidos, Japón y Filipinas.y Chiloé
10.11.1922: Caldera y Coquimbo.
22. 05.1960: Valdivia, Puerto Montt y Chiloé. El más devastador conocido en nuestra historia, que volvió a afectar toda la cuenca del Océano Pacífico.
27.02.2010: Cobquecura, Constitución, Talcahuano.
En resumen, hay 16 tsunamis registrados en la historia conocida de Chile a partir de la conquista española. Un promedio de uno cada treinta años y, sin embargo, recién con posterioridad al terremoto de 2010, por primera vez se incorporó en la Ordenanza General de Construcciones, el tsunami como causal para generar una zona de riesgo, la cual debe definirse en un estudio que lo fundamente.
Es una asignatura en la que estamos en pañales. Las cartas disponibles en el SHOA son insuficientes, salvo en escasas localidades y no parece razonable que una dependencia de la Armada asuma una responsabilidad técnica, que debiera ser altamente calificada.
Estimada Paulina:
Con ocasión del incendio de Valparaíso, recuerdo haberte remitido un documento enviado por nuestro colega Esteban Rodríguez Soto, establecido en Bilbao, quien nos hizo llegar un texto titulado Plan Integral de Prevención de Daños en Emergencias. (PIPDE), detallando la estructura y los mecanismos vigentes en España para regular catástrofes como la que nuevamente nos acaba de golpear. Es una excelente contribución para mejorar nuestra institucionalidad en un campo tan sensible de nuestra especialidad.
El país reclama la existencia de una agencia especializada, a cargo de definir las zonas expuestas a riesgos, ya sea por tsunamis, erupciones volcánicas, incendios forestales, laderas pronunciadas o desbordes de ríos y quebradas. Las cartas emitidas por esta agencia deben ser vinculantes en la elaboración de los Instrumentos de Planificación Territorial y los Planos Reguladores Comunales o Intercomunales.
RECONSTRUCCIÓN SOLIDARIA
Está claro que el actual gobierno ha logrado enfrentar exitosamente la etapa de emergencia. No ocurre lo mismo con la reconstrucción, cuyo mecanismo fundamental de financiamiento sigue siendo el subsidio individual de vivienda. Es efectivo que en Valparaíso se amplió el abanico de estos beneficios, estableciéndose una modalidad de reconstrucción asistida en sitio propio, de escaso éxito según mi conocimiento. Si eso ocurre en el puerto, con amplia oferta de profesionales, de mano de obra y materiales de construcción, ¿qué posibilidades de aplicación puede tener en Canela Alto, en Montepatria, en Combarbalá, Illapel o Salamanca?
terremoto-4-region-2Tú sabes que en el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano acordamos la creación de los Servicios Regionales de Desarrollo Urbano (SRDU), según el modelo de la CORMU. Nuestras resoluciones fueron entregadas a la Presidenta en abril del presente año. Hasta ahora no conozco iniciativa alguna del Ejecutivo en orden a materializar este acuerdo.
La existencia de los SRDU en la presente catástrofe, habría permitido asumir la coordinación de todas las instituciones involucradas en la reconstrucción y administrar directamente los fondos destinados a las materias relacionadas con vivienda y desarrollo urbano.
No existiendo los SRDU, esta responsabilidad puede ser asumida por los Serviu, aprovechando las facultades que otorga el decreto que establece el estado de catástrofe. Así mismo, los Serviu pueden solicitar el apoyo de la organización Techo, con vasta experiencia en organización de pobladores o plantear al Colegio de Arquitectos la instalación de filiales de su Servicio de Asistencia Técnica (SAT).
El propósito es enfrentar la reconstrucción con una modalidad solidaria, desprovista de fines de lucro, para lo cual sugerimos la instalación de equipos multidisciplinarios de profesionales en cada una de las localidades siniestradas, especialmente en las más alejadas, aprovechando la desgracia para dar un salto en su desarrollo urbano. No limitarse solamente a reconstruir viviendas sino que racionalizar, por ejemplo, el uso del suelo, la vialidad existente, rectificar deslindes de predios, abrir nuevos espacios públicos, áreas de esparcimiento y jardines infantiles, etc., todo esto con plena participación de los damnificados, que tendrán un lugar donde hacer presente sus demandas.
Esto sólo es posible si los damnificados actúan en conjunto y no individualmente, como ocurre cuando cada uno es depositario de un subsidio. Somos contrarios al otorgamiento de subsidios individuales de reconstrucción o reparación de viviendas. En nuestra opinión, se trata de una fórmula que dificulta la planificación integral de las zonas afectadas e incita el individualismo en circunstancias que estamos enfrentados a una tragedia colectiva.
Además es un instrumento ineficaz en casos de una catástrofe como esta, porque cada caso es diferente. Algunos lo perdieron todo, pero en muchos casos los daños van desde los muy leves a daños mayores. Una reconstrucción correcta desde el punto de vista rentable conservará todo lo que sea recuperable: fundaciones, muros o tabiques que permanecieron en pie, planchas de techumbre recuperables, conexiones a los servicios sanitarios y de electricidad, etc.
Se requiere un traje a la medida, apoyando la generalizada voluntad de los damnificados de permanecer en su sitio propio. Es una fórmula que respeta la diversidad, mantiene y subraya la identidad de cada localidad.
Envío este mensaje en la convicción de que una modalidad como la propuesta, contribuirá enormemente a recuperar la credibilidad en la institucionalidad vigente. Transformará la reconstrucción en una fiesta colectiva y no en un negocio, restituyendo la confianza del ciudadano común en los valores de la solidaridad.
Durante este fin de semana ha sido admirable la presencia de miles de voluntarios contribuyendo a las labores de limpiar las viviendas anegadas o al retiro de escombros. Este espíritu podemos estimularlo para que prosiga durante toda la etapa de la reconstrucción. Cada fin de semana podría organizarse la concurrencia de brigadas colaborando en las excavaciones de las obras, en las faenas de albañilería o carpintería. También en estimular la presencia de conjuntos musicales alegrando las tareas, o impulsando la ayuda de los chilenos exiliados, etc.
Como quiera que sea, te veo en terreno asumiendo tus responsabilidades de ministra con gran abnegación. Espero que esta insistencia mía en propiciar una política alternativa pueda ser acogida.
[1] Diego de Rosales. Historia general de el reino de Chile: Flandes indiano.
Selección, prólogo y notas de Alfonso Calderón.
Santiago: Universitaria, 1969. Citado por Patricio Manns en Los terremotos Chilenos.
Colección Nosotros los Chilenos. Nº 16. Editorial Quimantú. 1972.
Fuente: http://ciperchile.cl/2015/09/21/carta-a-abierta-a-paulina-saball-ministra-de-vivienda-y-urbanismo/