Una vez que el alcalde detectó que el edificio del Congreso tampoco tenía la recepción final, optó por cursar una insignificante multa y reabrir la cafetería.
Todos conocemos el burlesco episodio de la cafetería VIP que la Cámara de Diputados ordenó construir a una empresa especializada, sin que se obtuvieran los permisos de ampliación y de recepción final que debía otorgar la Dirección de Obras de la Municipalidad de Valparaíso. No sólo esa cafetería y unas salas anexas eran clandestinas, sino también unos comedores edificados tiempo atrás a nivel de cubierta del edificio carecían de las autorizaciones municipales.
Por ello, oportunamente tomamos contacto con la autoridad competente con el propósito de que le pidiera al alcalde que firmara un decreto de clausura tal como lo ordena la legislación vigente, la que se podría alzar cuando se regularizaran las construcciones. La cafetería se mantuvo cerrada por algunas horas, pero una vez que el alcalde detectó que el propio edificio del Congreso Nacional tampoco tenía la recepción final, se optó por cursar al infractor una insignificante multa, de una cuantía menor a un sueldo mínimo mensual, levantándose la clausura.
Ante la ausencia de los permisos, es preocupante que la empresa que hizo el trabajo cobrando sus honorarios pagados a ella oportunamente con fondos fiscales, no haya ingresado a la tesorería municipal el monto equivalente al 1,5% del presupuesto de la obra por concepto de derechos asociados a la calidad de la construcción, asunto ordenado en el artículo 130º de la Ley respectiva.
Fuente: http://www.estrategia.cl/detalle_columnista.php?cod=9643
Hay responsabilidades de los funcionarios administrativos de la Cámara porque es evidente que actuaron con negligencia y por ello será indispensable que la opinión pública conozca el resultado del sumario que ha ordenado su presidente Aldo Cornejo y sería altamente simbólico que los diputados respetuosos de las leyes, que sí los hay en ambos bandos, se inhiban de ingresar a esa exclusiva y clasista cafetería hasta que se regularice su habilitación. Así, estarán entregando sólidas señales de probidad y apego al derecho, más aún si existe la otra tradicional cafetería que es de carácter abierta y por lo tanto democrática.