Ingeniero Civil Industrial yHace algunas semanas la Presidenta Michelle Bachelet dio a conocer el plan de inversiones del Ministerio de Obras Públicas (MOP), que según el titular, “le cambiarán la cara a Chile” a través de invertir unos escalofriantes $20 mil millones de dólares. Para hacerse una idea del monto, considere que el nuevo hospital de Arica costó $80 millones, así que estamos hablando de una inversión equivalente a 250 hospitales nuevos (16 hospitales por región, si se quiere). ¿Qué incluye el Plan? Y más importante, ¿qué no incluye?
Casi todo es inversión de transporte, principalmente proyectos de puertos, aeropuertos y carreteras interurbanas. Para el interior de las ciudades la torta grande es por supuesto para Santiago, como siempre, y ahí también abunda el transporte. Pero solo en la forma de autopistas, es decir, inversión para los automovilistas. El único proyecto que el Plan denomina de “transporte público” es un teleférico para unir Sanhattan con la Ciudad Empresarial… precisamente lo que todos los usuarios de transporte público estábamos esperando ansiosamente, ¿no? Para Transantiago: $0. Para transporte público en regiones: $0.
El MOP desde hace tiempo ya que se convirtió en el Ministerio de los Ricos, y yo propongo que de ahora en adelante lo llamemos así, para sincerar las cosas. Porque es incomprensible que un ministerio cuya misión es producir infraestructura, lo haga esquivando una y otra vez la forma de transporte mayoritaria de los chilenos. Al MOP sólo le interesa mejorar la infraestructura de los automovilistas, así que si tú, como yo, eres de lo que usa el transporte público, no cuentes con la ayuda de Obras Públicas. Él no existe para ayudarnos.
Solo para un par de años el MOP en su Memoria Anual publicó datos detallados de su inversión en transporte. En 2003 indicó que de toda la inversión de transporte hecha en la Región Metropolitana, solo un ridículo 0,5% fue para transporte público. En 2007 el porcentaje fue, redoble de tambores, de 0,02%… ¡y eso que ese fue el año que partió el Transantiago! El MOP seguramente se dio cuenta que publicar tales datos era vergonzoso por lo que dejó de hacerlo. En las Memorias Anuales de los demás años (existen desde 2002) solo se tiene un listado de “proyectos destacados” y cargaditos a la foto más que al dato duro. No podemos dar un porcentaje claro entonces, pero puedes verificar (descargando las memorias de su sitio web) que en todos esos años no hay ningún proyecto de transporte público entre los “destacados”. Para los años 90’s hay otro documento del MOP, titulado “La década de la Infraestructura”, donde tampoco hay proyectos de transporte público. ¡Ninguno en toda la década!
Y no te vayas a confundir: Si crees que la inversión en transporte público es materia del Ministerio de Transporte, te equivocas. Ese ministerio, por loco que parezca, no tiene atribuciones para construir infraestructura. Por ahí no va la cosa. El MOP puede hacer infraestructura de transporte (construyó el corredor Transantiago de Santa Rosa, por ejemplo), y debería hacerlo permanentemente, pero no quiere.
No hay cómo hablar bien del MOP, y dentro de las organizaciones ciudadanas y ONGs que se dedican a temas urbanos, el MOP tiene una reputación terrible. Lo que no ha ocurrido es que dentro de los políticos se alzen voces que comulguen con los usuarios del transporte público. Ni llevando comunistas al gobierno se ha logrado detener esta política de desigualdad. No existe ni un solo parlamentario que haya tomado esta bandera y se indigne igual que nosotros los usuarios del transporte público, por ver cómo la plata fluye para la minoría que usa el auto.
Michelle Bachelet, con su último anuncio, está cimentando una tradición espantosa que lleva ya demasiados años. Su coalición de gobierno pone ojos de dolor cuando habla de la desigualdad, y sin embargo sus decisiones de inversión (y el Estado es el mayor inversor de infraestructura por lejos) lo único que hacen es consolidarla. No nos engañemos. El Ministerio de los Ricos no le cambiará la cara a Chile; le seguirá imprimiendo la misma cara de desigualdad que ha tenido siempre, y la reforzará.