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Tiempo atrás fui invitado a la ciudad de Castro con motivo de la edificación del discutido mall y mi opinión quedó reflejada en entrevistas y columnas, ya que el proceso administrativo del proyecto estaba plagado de irregularidades.
Recientemente la Tercera Sala de la Corte Suprema, en fallo dividido, rechazó un recurso de protección interpuesto por 2 Juntas de Vecinos y algunos particulares quienes objetaban la altura y el volumen constructivo de la edificación. Tres de los cinco magistrados del alto tribunal adujeron que por existir una nueva solicitud de permiso, ahora sobre un terreno más extenso, que no ha merecido observaciones de la Dirección de Obras Municipales, lo prudente era esperar el desenlace de la tramitación.
Pues bien, en mi visita a ese territorio insular conocí los palafitos, construcciones muy típicas de ciertos materiales de la zona, llenas de llamativos colores e historia, originariamente viviendas y algunas de ellas hoy son hoteles rústicos de alto nivel turístico.
Los palafitos, por estar edificados en el borde costero, es decir sobre bienes nacionales de uso público, no cuentan con los respectivos permisos y para regularizar la situación existe un proyecto de ley ya ingresado al Congreso Nacional que contempla concesionar por 20 años la tenencia de los mismos, plazo que consideramos muy insuficiente.
Sabemos que el Ministerio de Bienes Nacionales, por lo menos en Santiago, procediendo de manera flexible respecto del DL 1.939 que regula la materia, ha estado vendiendo parcialidades de calles y plazas a privados que las requerían para sus proyectos inmobiliarios.
Con este precedente, en Castro se podría aplicar la misma práctica de tal forma que los ocupantes de los palafitos dispongan del dominio de los mismos, inscriptos en el Conservador de Bienes Raíces y, por lo tanto, teniendo certeza jurídica sobre tales pintorescos inmuebles.