Defendamos la ciudad

Con transporte público gratuito para el día de la elección y con candidatos que procedan con sanas prácticas, la abstención bajará.Mientras existía en nuestro país el voto obligatorio, que contemplaba multas en dinero para aquellos que no iban a sufragar estando inscritos a voluntad en los registros electorales, la abstención era sumamente baja. Los votos considerados nulos y en blanco también correspondían a porcentajes reducidos y, en la práctica, la institucionalidad no cursaba las sanciones pecuniarias para los que se quedaban plácidamente en sus casas sin cumplir con ese otrora deber ciudadano. Pero para ampliar el universo de potenciales electores y con la idea de permitir el ejercicio libre de nuestro sistema democrático, quienes ejercen el poder político desde el Ejecutivo y desde el Legislativo, modificaron la ley estableciendo el voto voluntario sin la odiosa necesidad de inscribirse en los registros electorales. En la reciente elección de alcaldes y concejales la abstención llegó a niveles (61%) sumamente altos, porque muchos reniegan de las malas prácticas políticas y en cierta menor medida por las razones que dieron los dirigentes estudiantiles con el slogan “Yo no presto el voto”. Lo más interesante en esta elección fue el sorprendente resultado en la comuna de Providencia, en donde la candidata independiente, Josefa Errázuriz, surgida de las bases barriales y desde una primaria confrontando posiciones con un académico y con un político de la Concertación, obtuvo el derecho para competir con el alcalde Labbé, derrotándolo en buena lid y a pesar de la alta abstención. Sabemos que muchos políticos tradicionales desean volver al voto obligatorio, pero quien suscribe, al contrario, sostiene que el vigente sistema electoral voluntario, en la medida de que el transporte público para el día de la elección sea gratuito y que aquellos que nos representan procedan con sanas prácticas, la abstención será sustantivamente menor y así los futuros electos tendrán legitimidad.