Defendamos la ciudad

Columna de opinión de Patricio Herman de la Fundación Defendamos la Ciudad, publicada en Estrategia el 16 de octubre de 2009. El 5 de octubre pasado se dio a conocer en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, en el marco del Día Mundial del Hábitat, un completo informe de la ONU (*) acerca de los asentamientos humanos, en el cual se estableció que la megalópolis de Santiago es una de las más desiguales en lo relativo al ordenamiento urbano, dejando de paso muy mal parado al Transantiago y criticando la ausencia de participación ciudadana en las decisiones. Desde hace años estamos interpelando a los distintos gobiernos por su desinterés en abordar seriamente los temas del urbanismo y medio ambiente. Entre otras cosas, hemos señalado que en Chile, por lo menos desde 1973 a la fecha, no ha existido planificación urbana y hemos constatado, con preocupación, que para la presidenta Bachelet, el tema del urbanismo no está contemplado en su agenda de actividades. Teniéndose en cuenta que la cuenca de Santiago está saturada y latente desde 1996 de ciertos elementos contaminantes, lo lógico hubiera sido que las autoridades se hubieran ceñido a las medidas ambientales preventivas del Plan de Descontaminación para mejorar la calidad del aire. Una de esas medidas establecía que se debían mantener como tales los parques metropolitanos, parques intercomunales, áreas verdes complementarias, áreas de valor natural y áreas de interés silvoagropecuario de esta región. Pero los 3 gobernantes continuadores de Aylwin cayeron ante las presiones de los diferentes grupos de interés, eliminándose esa medida y otras y en sus administraciones se han autorizado recurrentes cambios de uso de suelo de agrícola a urbano, desprotegiendo las áreas verdes. Por lo tanto, está claro que el Estado chileno se ha desentendido de su rol y por ello estimamos que hay que hacer un cambio radical, pero sin agrandar su estructura como lo propone el candidato Eduardo Frei, sino con funcionarios íntegros, quienes, como servidores públicos, ejerzan con convicción sus atribuciones para cautelar los necesarios equilibrios que deben tener nuestras ciudades