11 Febrero 2009

Cómo se gestó Costanera Center

Columna de opinión de Patricio Hernan de la Fundación Defendamos la Ciudad, publicada en La Nación el 11 de febrero de 2009.

Columna de opinión de Patricio Herman de la Fundación Defendamos la Ciudad, publicada en La Nación el 11 de febrero de 2009. La endeble torre más alta de Sudamérica y sus complementos comenzó a construirse, sin un permiso de edificación válido, en la primera semana de marzo de 2006, en un terreno de 4,6 hectáreas en el cuadrante entre las avenidas Vitacura y Andrés Bello, el canal San Carlos y el fondo de las viviendas de Nueva Los Leones, en la comuna de Providencia. Lo anterior fue festinado con el simpático reportaje "¡El manso hoyo!" (La Nación Domingo, 23/07/2006). El megaproyecto preveía una circulación promedio diaria de 45 mil personas y como el 100% de la superficie del predio se ocupaba con cemento, las áreas verdes estaban proyectadas en las azoteas. Algunas encumbradas personalidades del quehacer mercantil dicen que esta modalidad de eficiencia y aprovechamiento íntegro del suelo es sinónimo de modernidad y ello genera más riqueza para el país. Estamos hablando de un complejo comercial de 700 mil metros cuadrados, el más grande en la historia del país, y a cuya fastuosa inauguración asistieron, entre otros, Ricardo Lagos, que dejaba el poder en los días siguientes, y un feliz Cristián Labbé, alcalde de Providencia, que decía que en su municipio no hay trabas burocráticas a la inversión, algo muy bien recibido por Horst Paulmann, el empresario que destinaría 600 millones de dólares a la aventura. Recordemos que en esa época no se hablaba aún de la crisis financiera causada por los pillines de Wall Street. Como las obras se iniciaron a la chilena, es decir, aplicándose la práctica de los hechos consumados, el edil, con cierta incomodidad, argumentaba por la prensa que existía un permiso de 2001, pero no aclaraba que el mismo contemplaba 492 mil metros cuadrados y que éste derivaba de uno anterior de 2000 con 240 mil metros cuadrados en un terreno de sólo 3,2 hectáreas, que provenía de un permiso de 1991, teniéndose en cuenta que los permisos vencen a los tres años de su autorización. Para dar credibilidad a esos permisos caducados se les asignó la expresión "para ampliar y alterar", aludiendo cada uno al inmediatamente anterior. En marzo de 2007, un año después de iniciadas las faenas, se otorgó un nuevo permiso, también con ese rótulo, que sí contemplaba los metros cuadrados finalmente anunciados por los comunicadores del proyecto. Este último acto administrativo contaba con una desactualizada Declaración de Impacto Ambiental de 2001, modalidad que no considera la participación de los vecinos y por ello, Marcelo Böhm, el presidente de la Junta de Vecinos del sector, comenzó a reclamar porque ellos nunca fueron consultados por un proyecto tan invasivo, que cambiaba estilo y calidad de vida. En ese permiso también se consignó un incompleto Estudio de Impacto Vial de 2003 y recién hace un mes el seremi de Transportes aprobó el estudio correspondiente al volumen de la construcción. Claro que Cencosud no desea asumir la ejecución de todas las medidas de mitigación vial, entre otras, un puente sobre el Mapocho y un túnel bajo Andrés Bello, mientras el Gobierno está pensando qué hará ante esta negativa. La seguidilla de permisos otorgados por 16 años, emanados unos de otros, se acogieron a las permisivas y antiguas normas de un Plan Seccional CCU de 1980: tenía ese nombre porque la División de Desarrollo Urbano del Minvu de Pinochet le había entregado normas de edificación muy atractivas a los dueños de la empresa propietaria del terreno. Paulmann compró esa zona, bendecido por el régimen militar, antes del plebiscito de 1988. Una de las tantas herencias que tiene la democracia de aquel régimen, aunque el lector no lo crea, es el Plan Seccional CCU, instrumento que se ratificó como tal en la modificación de enero de 2007 en el Plan Regulador de Providencia. Si se aplican correctamente las normas de la Ley y Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones, como las del Plan Seccional CCU que no colisionen con las del PRMS de 1994, el paralizado proyecto de Cencosud podría tener un coeficiente de constructibilidad aceptable, que lo haría compatible con la escala del barrio y en una de esas Paulmann toma la decisión de reiniciar las obras recontratando a sus trabajadores. Según nuestros cálculos, el nuevo complejo inmobiliario Costanera Center podría tener unos 450 mil metros cuadrados y la torre tendría que ser un tanto más baja, perdiendo eso sí el récord que habían anunciado hace un tiempo.



Inicia sesión para enviar comentarios