Columna de opinión de Patricio Herman de la Fundación Defendamos la Ciudad publicada en diario La Nación 22 de enero de 2009. Son instituciones serias, muy rigurosas y programadas, que tienen un importante componente ideológico afín al capitalismo sin ningún tipo de regulación y conservadoras en materia religiosa. A raíz de la publicación de una columna de opinión del sacerdote Felipe Berríos, en la cual moderadamente critica a las universidades privadas que se localizan en el sector alto de Santiago, llamándolas "cota mil" (1.000 metros sobre el nivel del mar) por estar emplazadas en la precordillera, han salido a la palestra infinidad de críticas a su postura e incluso se han hecho largos reportajes sobre el asunto. Estamos hablando de las universidades del Desarrollo, de Los Andes y Adolfo Ibáñez, en Las Condes las dos primeras y en Peñalolén la tercera. Sus dueños son influyentes empresarios y políticos de la UDI, Opus Dei y de un grupo económico, respectivamente. El generador de la polémica, conocedor del tema, pone en el tapete lo que acontece en el diario vivir en el Chile neoliberal, criticando a los más poderosos de la sociedad, quienes por sentirse distintos y superiores a la mayoría tienden a segregarse voluntariamente en lugares idílicos lejos del ruidoso vulgo. Hay que entender que las élites, sobre todo las emergentes, también tienen sus lugares de residencia en los sectores de moda de Vitacura, La Dehesa y Las Condes, y muchos colegios particulares, en busca de buenos clientes, también se están mudando a esas nuevas zonas urbanas. Hoy las universidades privadas, siempre ligadas a empresas inmobiliarias y "de servicios" de sus propietarios, persiguen fines de lucro, aunque la letra de la legislación respectiva no lo permite, pero sí se tolera la utilización de fórmulas tributarias artificiosas para que en sus balances no se reflejen las verdaderas utilidades que ellas obtienen, lo que ha sido muy bien estudiado y publicado por la periodista María Olivia Monckeberg en un excelente libro silenciado por el establishment. En el caso de las tres universidades reseñadas, que cuentan con estupendas, espaciosas y muy bien diseñadas edificaciones y cuyos académicos e investigadores son de primer nivel, creemos que el burdo lucro en pesos no está dentro de sus propósitos. Son instituciones serias, muy rigurosas y programadas, que tienen un importante componente ideológico afín al capitalismo sin ningún tipo de regulación y conservadoras en materia religiosa. Su misión es preparar a "su gente" para que dirijan, de acuerdo con los valores que imparten, política y económicamente los destinos del país. En sus ordenadas aulas se respira un aire de responsabilidad individual, con énfasis en el interés por el estudio y sus alumnos no pierden el tiempo en marchas de protesta en contra de los conflictos de la contingencia y/o de la desigual realidad social. Como los aranceles son altos y las distancias para acceder a ellas son muy prolongadas, es muy difícil que lleguen a estudiar a esos templos del saber alumnos que hayan pasado la enseñanza media en liceos fiscales del sector sur o poniente y que vivan en comunas como Pudahuel, Cerro Navia o El Bosque, por dar algunos ejemplos. Entendemos que algunos de los pupilos de la "cota mil", conscientes de la inequidad en que vivimos, ejercen ciertas actividades sociales, como trabajos voluntarios y visitas a las poblaciones, pero ello es la excepción. Sus egresados a lo más bajan a la "cota 800" y se desenvuelven en actividades muy rentables, relacionándose siempre entre ellos en sólidas cofradías y a lo más con profesionales que hayan estudiado en ciertas universidades particulares del Consejo de Rectores, instancia que reúne a las más tradicionales de las anteriores con las públicas, las que, a su vez, reiteradamente claman por ayudas económicas por parte del Estado. En cambio, las tres universidades aludidas reciben abundantes recursos de los más fuertes actores del sector privado y por ello son de excelencia sus actividades de extensión, tecnología, sus instalaciones y sus espacios de recreación. La tranquilidad y la abundante vegetación que rodean a sus alumnos, profesores y administrativos son incentivos para sentirse muy gratos en sus obligaciones personales. Tenemos la impresión de que esos educandos no se sienten ciudadanos, sino más bien consumidores de mercancías y también del saber, lo que en definitiva promueve la globalización impuesta desde los centros del poder de EEUU. A fin de año tendremos elecciones presidenciales y está claro que si Sebastián Piñera gana, vendrá una oleada privatizadora con las consiguientes flexibilidades en los marcos normativos para facilitarse los negocios de quienes tienen el poder económico. En este hipotético escenario político tendrán cabida plena los circunspectos egresados de Ingeniería y Derecho de las universidades "cota mil".
22 Enero 2009
Acerca de las universidades “cota mil”
Columna de opinión de Patricio Herman de la Fundación Defendamos la Ciudad publicada en diario La Nación 22 de enero de 2009.
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Patricio Herman
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