25 Febrero 2008

Efectos negativos de la expansión de la ciudad

Columna de opinión de Patricio Herman publicada en diario La Nación el 25 de febrero de 2008.

Columna de opinión de Patricio Herman publicada en diario La Nación el 25 de febrero de 2008. En el Plan Regulador Metropolitano de Santiago (PRMS) de noviembre de 1994 se dice que la capital debe crecer hacia adentro. Por ello, se estableció un aumento de la densidad habitacional, de tal forma que hacia 2020 tenemos que llegar a los 150 habitantes por hectárea. En el Plan de Prevención y Descontaminación Atmosférica (PPDA) de mayo de 1998 se prohibió de manera expresa tal expansión por razones de orden ambiental. Estos dos instrumentos normativos procedieron de la manera señalada debido a la gran cantidad de cerros y montañas que rodean nuestra planicie central, por la falta de vientos en otoño e invierno en esta misma zona y en virtud del fenómeno climático de la inversión térmica, el que dificulta la dispersión de las partículas contaminantes que generan en su mayoría las fuentes móviles motorizadas. Tenemos excesivos niveles de material particulado respirable y monóxido de carbono en las mencionadas estaciones y un abundante ozono troposférico durante la primavera y el verano concentrándose aquel en el sector oriente. Pese a lo anterior, hace unos 5 años el entonces ministro de Vivienda, Jaime Ravinet, introdujo una polémica y regresiva modificación en el PRMS de modo de permitir en once comunas periféricas de la Región Metropolitana el cambio de uso de suelo de 90 mil hectáreas definidas como de "interés silvoagropecuario", teniéndose en cuenta que el área urbana está conformada por 60 mil hectáreas. Se originaron los Proyectos de Desarrollo Urbano Condicionado (PDUC) en predios agrícolas con superficies mínimas de 300 hectáreas, cuyos titulares se deben hacer cargo de todas las externalidades negativas que generan sus negocios, pero sin que a la fecha se les exijan garantías reales para ello. La prensa ha informado que en la comuna de Pudahuel se encuentran en trámite tres PDUC, los que contemplan la construcción de miles de viviendas por etapas, pero como sus titulares no fueron lo suficientemente prolijos y formales en la presentación de estas solicitudes de aprobación ante el Consejo Regional (CORE), esta instancia técnica administrativa, procediendo con encomiable profesionalismo, rechazó de plano estos mismos tres proyectos. Es decir, a la fecha no se está ejecutando ningún PDUC en la Región Metropolitana. Ahora bien, hace poco la ministra de Vivienda, Patricia Poblete, ha planteado que pretende incorporar otras 10 mil nuevas hectáreas a la actividad inmobiliaria mediante la ampliación del límite urbano, un criterio que no logramos comprender a la luz de la normativa vigente que posibilita los PDUC. Está claro que el Gobierno no ha tenido éxito en su política de reducir la descontaminación ambiental en la colapsada Región Metropolitana. Al respecto, sólo hay que contar cuántos períodos de alerta y de preemergencia tuvimos en 2007. Tenemos 42% de la población de todo el país y no existen señales efectivas orientadas a la necesaria descentralización. Junto con el Movimiento Acción Ecológica y con Chile Sustentable hemos señalado hasta el cansancio que una ciudad que se expande como Santiago, genera viajes motorizados más prolongados y, por ende, una mayor emisión de contaminantes, más todavía si tenemos 15% del crecimiento anual del parque automotor. Por ello, rescatamos las consideraciones contenidas tanto en el PRMS como en el PPDA y, en coherencia con ellos, somos contrarios a que estos terrenos agrícolas que rodean a Santiago se transformen en terrenos destinados a la expansión urbana. Esta propuesta del Minvu tendrá que ser revisada por el Consejo Regional y en tal sentido esperamos que ambas instancias se pongan de acuerdo de modo que mientras no se materialicen los PDUC en trámite se considera imposible autorizar los cambios a los límites urbanos y también que estos eventuales cambios tendrán que supeditarse a mejorías sustanciales de la calidad del aire metropolitano, porque el bien superior en la ciudad es la salud de la población, lo que recalca el doctor Andrei Tchernitchin, toxicólogo y profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile. En Santiago vivimos con riesgo latente y por ello en los meses de otoño e invierno los servicios de urgencia, los consultorios y los hospitales se llenan de familias que sufren los efectos de la mala calidad del aire y, sin pretender ser alarmista, recordamos que existe un trabajo académico del científico Luis Cifuentes de la Pontificia Universidad Católica, que nos informa que en la megalópolis mueren en torno a cuatro mil personas todos los años como consecuencia de la lacra tóxica en la cual estamos inmersos.



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