Columna de opinión de Felipe Bianchi publicada en portal Terra Magazine el 22 de junio de 2007. "Está surgiendo aquí en Chile una lógica de destrucción, de desprestigio, de descalificación a lo que otros hacen, a lo que otros piensan, a lo que otros dicen. Creo que esto no puede continuar, creo que le hace mal a Chile, le hace mal a la política chilena, le hace mal a la democracia". Esas fueron las palabras del ex presidente Ricardo Lagos tras un reportaje de Canal 13 donde, luego de meses de investigación, se denunció que el plan de su gobierno para sacar a amplios sectores chilenos de la extrema pobreza no habían funcionado del todo. Que si bien se registraron avances, también se registraron fracasos dolorosos en un tema que, obviamente, aún no está resuelto. Como es costumbre ante cualquier esbozo de crítica, Lagos se indignó. Y fue más lejos que nunca con su mal genio, su arrogancia y su matonaje político. Exigió ver el capítulo del programa Contacto antes de que saliera al aire, exigió una entrevista para replicar, exigió que dicha entrevista -que el mismo negó por meses- se integrara a última hora al reportaje. Por si no bastara, durante la entrevista se enojó con la preguntas del periodista a cargo, dejó de contestar, se paró de la sala donde se realizaba la conversación, pidió que le grabaran una declaración sin intervención alguna del reportero (durante la misma sólo miró a la cámara, como si se tratara de una cadena nacional) y, finalmente, llamó a todos los medios a una conferencia de prensa en la que no aceptó contrapreguntas. Todo esto, insisto, ¡antes de que el programa saliera al aire! Ya sé lo que usted se está preguntando: ¿cómo diablos Canal 13 y el resto de los medios le hizo caso y le siguió el juego? ¿Cómo diablos aceptaron todos y cada uno de sus prepotentes requerimientos? No hay respuesta. Es difícil de entender. ¿Por qué todo el mundo le acepta a Lagos cosas que no le aceptaría jamás a otros entrevistados? ¿De dónde surge ese miedo atávico a un hombre que hace un año y medio ya no tiene cargo público alguno en nuestro país? ¿Es miedo, excesivo respeto, incapacidad profesional? No es fácil contestar, pero me atrevería a decir que, como en las pruebas, la respuesta se acerca mucho a "todas las anteriores". Y en ese sentido la cuenta hay que pasársela menos al chancho y más a quienes le dan afrecho. No se otorga derecho a réplica a nadie antes de publicar. No es común. Tampoco se ofrece la cámara como mero testigo de una declaración pública. Para bien o para mal, el periodismo no se acepta exigencias tan brutales de parte de nadie. Pero con Lagos la relación es especial, demasiado especial. Condescendiente, obsecuente, sumisa. Hasta rozar el ridículo. Acepto que cada uno se relaciona con sus fuentes y arma sus reportajes como quiere, pero aquí a alguien se le pasó la mano. Definitivamente. A propósito: era un gran reportaje el de Contacto. Serio, profundo, bien hecho, incuestionable en términos de lo que salió al aire. Falló lo otro: dar a cada cual lo que le corresponde. Más allá de las caricaturas y los mitos (el jefe retón, el profesor mal genio, Darth Vader) habrá que revisar la relación del ex presidente con el periodismo chileno, sobretodo si Lagos insiste en retornar a futuro algún cargo público. Tanta deferencia puede convertirse en mal periodismo. Si es que ya no es así. Y eso es peligroso. Pero lo más peligroso de todo es el nuevo discurso de Lagos. Eso de que le hace mal a la política y a la democracia chilena el desprestigio en que ha caído el periodismo local, suena demasiado parecido a "dejen de investigar". Es una actitud elitista, dogmática, patronal y casi dictatorial. Y no es eso, obviamente, lo que uno espera de Lagos. De un referente democrático uno espera justamente lo contrario. Algo así como "se pueden cometer excesos con la libertad de expresión, pero los que amamos la democracia entendemos que protegerla, privilegiarla y exigirla, siempre, más allá de cualquier error en el análisis periodístico, es lo que único corresponde". Más allá de que de repente le toque a uno, agregaría yo, señor Lagos. La democracia y la libertad de expresión no es buena y justa cuando investiga a la familia Pinochet y mala y sucia cuando el investigado y el criticado es usted. Al poder se lo investiga. Siempre. Se lo controla. Se lo cuestiona. Por definición. Por ende, todos y cada uno de sus actos, todas y cada una de sus ideas, de sus proyectos, de sus leyes, de sus programas de gobierno, no sólo pueden, sino que deben ser investigados. Y criticados. Con total libertad. Ya sería hora de que se fuera acostumbrando. No puede ser que cada vez que lo critican a usted, a sus parientes o a su gobierno lo considere inaceptable. Lo verdaderamente inaceptable, don Ricardo, es que cada crítica a su persona pretenda asumirla como una crítica al Estado y una amenaza a la convivencia. Eso es pura arrogancia. Y no sólo resulta tramposo como discurso. Es inaceptable para el juego democrático. Extremadamente grave y penoso para todos los que alguna vez confiaron en su modelo. El que esté pensando en no asistir al Congreso cuando lo cite la Comisión Investigadora del Transantiago o esa otra frase desafortunada que usó para anunciar su más reciente y sorpresiva conferencia de prensa -"rompo mi silencio, pero no lo rompo por mi gobierno, lo rompo por los necesitados de Chile"- no hacen temblar de miedo, señor Lagos. Hacen temblar de rabia. No son las palabras de un estadista. Son las palabras de un hombre que parece acorralado, que se toma atribuciones que no le corresponden, que quedó demasiado mal acostumbrado tras su popularidad en años anteriores. Finalmente, y esto es lo más grave de todo, son las palabras de un hombre que, cuando le toca a él, cuando lo complica y no le conviene, ya no cree tanto en la libertad de expresión. Feo. Quién lo hubiera dicho.
23 Junio 2007
¿Qué le pasa a Ricardo Lagos?
Columna de opinión de Felipe Bianchi publicada en portal Terra Magazine el 22 de junio de 2007.
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