Entre el anunciado proyecto del rascacielos Jumbo y el a mal traer centro de convenciones Diego Portales, media una multitud de sinrazones. Sinrazones que han avalado el desarrollo urbano que va entre la mal entendida y peor aplicada metropolización de los años 60, y la ciudad herida por los trazados viales de alta velocidad, a caballo entre los dos siglos. Violado e invadido una y mil veces por la dictadura, el fuego al fin le ha dado las verdaderas razones urbanas al denostado edificio instalado sobre la Alameda. Sin llegar a ser nunca en plenitud lo que debió haber sido, centro cultural, las circunstancias políticas lo condenaron a ser una basílica del poder, fuera de escala, montada sobre las Alamedas, simulando un gigantesco quitasol de veredas desoladas. Hoy el fuego le confiere su verdadera forma, abriéndose como proa de barco hundido, asumiendo la verdadera escala, orillando una avenida que en esa parte simula un callejón automotriz inabarcable. El rascacielos Jumbo y el Portales son demostrativos de una modernidad atragantada entre los deseos de ser y las dificultades que han impedido ser. Ser una ciudad habitable, ser una ciudad caminable. En fin, ser una ciudad para los ciudadanos. Por el contrario, hoy nos encontramos que la ciudad ha sido invadida por las infraestructuras que buscan dar una espacialidad exclusiva al vehiculo privado y al transporte público, dejando para más tarde la resolución de los efectos nocivos de las mismas. Sobre la escala de la manzana tradicional, se ha implantado la dimensión extensa de los trazados de alta velocidad, que como una trama afilada parten el territorio en dos, tres y mil pequeños pedacitos. Actuaciones unas y otras que no son administradas por un proyecto urbano mayor que al menos ponga un orden racional a los efectos y los impactos que por falta de ello, surgen a diestra y siniestra. Actuaciones viales, ctuaciones en transporte público, actuaciones inmobiliarias, ediombientales. Actuaciones múltiples, varias, a medio hacer, carentes de un proyecto urbano que señale y defina que al final de todas ellas tendremos una ciudad más vivible. Entre medio de los intentos de metropolización de los año 60 y de jumbización galopante de la actualidad, se encuentran las actuaciones públicas de las villas, que sin dejar de ser lo que son, nunca llegaron a ser lo que debieron ser: núcleos residenciales para una población escasa en techo y futuro. Más acá de nuestro tiempo, están los programas de repoblamiento de la comuna de Santiago, que a pesar de que las estadísticas del último censo señalan la perdida de 30 mil habitantes, los funcionarios del régimen contradiciendo las cifras se empecinan sin ningún rubor, en afirmar que el programa era, es y será un éxito. Pero, ¿cómo? Si las estadísticas señalan que más que repoblamiento lo que hay es despoblamiento. Cada actuación llevada a cabo en la ciudad de la dictadura y la ciudad de la democracia ha acrecentado las diferencias entre la ciudad rica, situada por encima de la Plaza Italia, y la pobre, situada en donde las viviendas se inundan en cada lluvia y los niños y ancianos se nos mueren por la mala calidad del aire. Y estas diferencias crecen no sólo por la cantidad de inversiones que se hacen en una parte, sino también por las que se dejan de hacer en la otra, principalmente en sectores con déficit escolar y sanitario. Las diferencias y las oportunidades perdidas entre ambas ciudades se incrementan por las modalidades aceptadas por técnicos y autoridades, para resolver los efectos de las infraestructuras, por ejemplo. Mientras en la ciudad rica la infraestructura a punta de millones que pertenecen a todos los ciudadanos, se diluye en el paisaje, reduciendo sus efectos sobre el espacio público y las personas, en la ciudad pobre por desidia se acentúan con saña. Jonás Figueroa Profesor Titular Usach Agrupación Defendamos la Ciudad
19 Mayo 2006
Santiago: ciudad rica, ciudad pobre
Columna de Jonás Figueroa publicada el 18/05/06 en "Urbanismo y Construcción" de El Mercurio. Entre el anunciado proyecto del rascacielos Jumbo y el a mal traer centro de convenciones Diego Portales, media una multitud de sinrazones.
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