12 Enero 2010

Piñera, Frei o nulo

Columna de opinión de Patricio Herman de la Fundación Defendamos la Ciudad, publicada en diario La Nación el 12 de enero de 2010.

Columna de opinión de Patricio Herman de la Fundación Defendamos la Ciudad, publicada en diario La Nación el 12 de enero de 2010. Se ha llegado al extremo de que los seremis de Vivienda y Urbanismo pueden obligar a los directores de Obras Municipales a que otorguen permisos que violan las normas de los planes reguladores, porque ellos son sus “interpretadores” y cuando, por el contrario, los vecinos detectan ilegalidades cometidas por esos directores de Obras, tales seremis se conforman con solicitarle a la Contraloría la instrucción de sosos sumarios administrativos en contra de los anteriores. De acuerdo con lo que dicen ciertos interesados opinólogos, el orden de llegada previsto para el domingo sería el del título de esta columna, pero con los diversos y robustos apoyos políticos que ha estado recibiendo Frei en el último tiempo, el resultado podría cambiar, aunque se estima que habrá un buen número de votos nulos y blancos, como asimismo una no desdeñable abstención. Ahora bien, en nuestros artículos referidos invariablemente a materias de urbanismo, medio ambiente y ciudad en general, hemos criticado no sólo las políticas públicas sectoriales de los gobiernos de la Concertación, sino el desinterés demostrado por los distintos funcionarios de la administración en exigir el cumplimiento de las leyes ante el abuso recurrente del sector de la construcción e inmobiliario, coludido en la mayoría de las veces con los municipios, dejando siempre como perdedores a los ciudadanos. Ello sucede porque quienes ejercen el poder político privilegian la inversión privada y desprecian los derechos urbanos de las comunidades. Se ha llegado al extremo de que los seremis de Vivienda y Urbanismo pueden obligar a los directores de Obras Municipales a que otorguen permisos que violan las normas de los planes reguladores, porque ellos son sus “interpretadores” y cuando, por el contrario, los vecinos detectan ilegalidades cometidas por esos directores de Obras, tales seremis se conforman con solicitarle a la Contraloría la instrucción de sosos sumarios administrativos en contra de los anteriores. La ley les otorga facultades a los seremis para ordenar la paralización de faenas y la demolición total o parcial de las obras que se ejecutan contraviniendo los instrumentos reguladores, pero para hacer imposible la aplicación de esa potestad, esa misma ley dice que ello será posible sólo si el director de Obras emite un informe donde se reflejen las vulneraciones. Y todos sabemos que este mismo funcionario, al aprobar un permiso viciado, nunca va a reconocer su mal actuar y, por tanto, jamás informará para que se aplique la ley. Es decir, la institucionalidad chilena, hasta ahora, ha estado tolerando la corrupción en este orden de materias. La Ley 19.880, del procedimiento administrativo, establece que la autoridad “podrá” invalidar los actos contrarios a derecho, siempre que lo haga dentro de los dos años, desde la emisión del acto trucho. Nótese la sutileza del término “podrá” en oposición a “deberá”. Pues bien, cada director de Obras que haya procedido mal, y siendo su jefe directo el alcalde, que habitualmente convalida las actuaciones del anterior, nunca utilizará esa ley. Y por ello se han transformado en experiencias frecuentes los hechos consumados, sin que el Estado reaccione ante tamaña fórmula de dominación de los poderosos. En los últimos meses hemos intervenido, representando a Marco Enríquez-Ominami en diferentes foros, y después de haber escuchado a nuestros contradictores, visualizamos que en el fondo estamos todos de acuerdo en el tipo de ciudad que queremos, aunque los representantes de Piñera propugnan políticas más orientadas al laissez faire capitalista, para que los actores más poderosos sean los que obtengan los beneficios del mercado. Al contrario, quienes tenían delegación de Frei postulaban medidas similares a las nuestras, expresando autocríticas por las políticas públicas desarrolladas en estos 20 años. Es decir, los teóricos de la Concertación tienen posturas amables y ciudadanas, muy distintas a las prácticas de aquéllos que están ejerciendo el poder. Lo interesante es que Frei ha reconocido las culpas de la Concertación y ha ofrecido a los electores un radical cambio de rumbo y en tal sentido nos debemos preguntar si valdrá la pena tener un quinto gobierno del añejo arcoiris. Los que estuvimos con Enríquez-Ominami votaremos en conciencia y si bien algunos personajes, amigos del ex candidato, anunciaron, con descomunal despliegue de prensa, que en la segunda vuelta votarán por el astuto Piñera, el grueso del 20,13% marcará por Frei. Como quien escribe conoce las arbitrarias prácticas de la derecha conservadora en el ámbito del manejo de la ciudad, estamos ante la disyuntiva de creerle a Frei con su discurso de reingeniería total o bien, lisa y llanamente, votar nulo con las posibles consecuencias implícitas que ello significa. Pero está claro que con el avasallador Piñera ni a misa, porque conocemos sus acomodaticias prácticas mercantiles, como también a sus mentores, asociados y operadores. Además, porque no queremos que en Chile se profundice la lacra de la desigualdad. * Ex miembro del equipo Territorio, Ciudad y Vivienda de MEO



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