Defendamos la ciudad

El sábado13 de mayo el lector Álvaro Garfias defiende con variadas razones la mantención del subsidio al sector inmobiliario en lo que respecta al IVA. Entre otras cosas afirma que esa exención tributaria no beneficia a las empresas constructoras sino que al comprador final quien recibe el 100% del beneficio: estamos de acuerdo. Pero convengamos que en todos los productos y servicios afectos al pago de IVA, quien siempre lo paga es el mismo comprador final, por lo tanto entregar ese argumento carece de validez. El asunto de fondo es que la economía debe funcionar sin interferencias para que exista una correcta asignación de recursos y en la actualidad el sector de la construcción dispone de variadas franquicias tributarias conseguidas a través del tiempo por sus dirigentes gremiales con los gobernantes de turno. Existe todavía, sin justificación alguna, la figura de las “viviendas económicas” amparadas en el DFL 2 para aquellas casas de lujo que, en apariencia tienen 140 m2 de superficie, en circunstancias que después de la “recepción final” se transforman en viviendas ampliadas y a pesar de ello sus compradores se benefician de todas las franquicias asociadas a esa ley de 1959 ya desnaturalizada por los hechos. Los compradores de viviendas a través de créditos hipotecarios descuentan en su declaración de impuestos los intereses pagados por todo el período del servicio de la deuda y el subsidio de renovación urbana de UF 200 opera en plenitud. Los que somos partidarios de las reglas claras y parejas para todos, sostenemos que es indispensable derogar la regresiva franquicia del 65% del IVA a las viviendas en general y como todavía tenemos un déficit de viviendas sociales, mantenerla exclusivamente para éstas. Así se focaliza correctamente esa tributación sectorial. Patricio Herman P.