Más allá que el anteproyecto en cuestión haya sido ingresado a la Municipalidad una semana antes de la publicación de la Postergación de Permisos en el diario Oficial, más allá de que no debió dejarse ingresar por cuanto el anteproyecto no cumplía con los requisitos indicados en la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones y aún más allá, que este proyecto afecte a un Inmueble de Conservación Histórica como es el Jardín Pumpin, aspectos todos de por si cuestionables, deplorables e inhabilitantes para iniciar la tramitación del mencionado anteproyecto.
Incluso, más allá aún que el proyecto, que incluye cerca de 1.000 departamentos, un centro comercial, 1.000 estacionamientos y la destrucción del equipamiento y área verde existentes, pondrá en jaque la infraestructura vial, cuya saturación ya sufren los vecinos todos los días en el nudo de Avenida Argentina con Washington, y que por añadidura venga a sobrecargar la infraestructura sanitaria existente, ya colapsada el 14 de julio de este año.
Mas allá de lo anteriormente señalado lo que subyace y está en el centro de la discusión y la molestia de los vecinos es el conflicto entre la santificada propiedad privada de un sujeto y el bienestar de toda una comunidad. Ante este conflicto ético, ¿cuáles son los aspectos que este anteproyecto pone en el tapete?:
El primero, es la escasa injerencia que los vecinos tienen respecto de su propio barrio. Esto se debe a que nuestra institucionalidad urbana, está obsoleta frente a los tiempos que vivimos. Chile cuenta con una ley General de Urbanismo y Construcciones aprobada en el año 1977, que fomenta la inversión privada, relegando la planificación a un mínimo aceptable de regulación. Por lo anterior, sus mecanismos de participación ciudadana son poco representativos y absolutamente rígidos.
El segundo aspecto, dice relación con la velocidad con que hoy opera el mercado inmobiliario, que se ve acrecentada frente a las rigideces del Estado para reaccionar en materia de Planificación. Lo cual se traduce en impresionantes transformaciones urbanas, en cortos periodos. El actual crecimiento del mercado inmobiliario, se desarrolla sustentado por la legislación tributaria y los créditos bancarios orientados a un solo modelo de desarrollo: el edificio de departamentos en altura, consagrado por el endeudamiento de la clase media. La ciudad crece en base a la masificación del consumo, lo cual produce una enorme demanda por nuevas viviendas. Sin ir más lejos, de acuerdo al precenso de vivienda del año 2011, el Gran Valparaíso, es la conurbación que experimenta el mayor incremento en su velocidad de crecimiento de nuevas viviendas, superando a Metrópolis como el Gran Santiago o el Gran Concepción.
El tercer aspecto, dice relación con la función de pulmón verde y equipamiento público que históricamente han cumplido los predios hoy en conflicto. Las áreas verdes no solo fomentan la interacción social en las ciudades, sino que además mejoran el paisaje urbano, protegen el suelo de la erosión, regulan la temperie urbana y mantienen la calidad del aire. Por esa razón, hoy se entiende que la propiedad privada, puede ser destinada a cumplir funciones ambientales, cuestión que nuestra legislación urbana también recoge.
El cuarto aspecto, es quizás el más difícil de comprender por parte de los gestores inmobiliarios. La Ciudad es ante todo una construcción cultural, y refleja todas las luces y sombras de una sociedad. Por lo anterior, existen lugares que sin importar su condición jurídica, adquieren una significación en la memoria colectiva y por tanto el valor que adquieren en la identidad de una ciudad, son aquellos que las comunidades les asignan.
En este sistema donde el derecho de propiedad está por sobre los derechos comunitarios no sería esperable que la inmobiliaria El Puerto Spa voluntariamente escuche a la comunidad y genere un proyecto que mantenga los atributos ambientales y sociales que durante más de 100 años han sido característicos del barrio. Más aún si con este proyecto destruirá los mismos valores que pretende vender, en desmedro de su propia plusvalía y de la de proyectos inmobiliarios ejecutados anteriormente alrededor del parque, que publicitan “un departamento dentro de un área verde”.
En este sistema neoliberal y de libre mercado, tampoco sería esperable aunque si deseable, que fuera la propia Oficina Dupla encargada del proyecto quien mantenga las aéreas verdes, por el valor ambiental implícito y genere además espacios públicos en plazas, parques, paseos y vialidad que permitan integrarse de manera sana al barrio donde se inserta el proyecto, más deseable aún cuando en su página web proclaman que abordan cada encargo con “una profunda reflexión sobre los temas urbanos, normativos, ambientales, paisajísticos y sociales que en él convergen” y cuando uno de sus arquitectos fue miembro de la Comisión Asesora Presidencial para la Nueva Política Nacional de Desarrollo Urbano.
Lamentablemente, el municipio de Valparaíso, a quien si corresponde proteger y velar por los valores patrimoniales históricos, ambientales y ecológicos de esta ciudad no ha sabido responder con los instrumentos de planificación y ordenamiento adecuados. Y hoy, cuando se encuentra en desarrollo un nuevo Plan Regulador de Valparaíso, la comunidad deja oír claramente su voz respecto al destino de los terrenos en cuestión: “Deben seguir siendo área verde y constituirse en “el” Parque Urbano Público de Valparaíso.”
Este es el mandato de la comunidad, con el que se debieran comprometer todos quienes hoy fueron electos como representantes de Valparaíso en el parlamento y en el Consejo Regional. Esta es la “prueba” que demuestra la veracidad de quienes afirmaron “jugársela por Valparaíso”. Esperamos su pronunciamiento y su compromiso.
Fuente: http://www.plataformaurbana.cl/archive/2013/12/05/edificios-en-parque-del-barrio-o%C2%B4higgins-un-problema-de-soberania-territorial/#more-68734