02 Mayo 2015

Lo oscuro del espacio público

Columna opinión de Patricia Vargas publicada en http://www.la-razon.com/

El añorar la ciudad de ayer, tranquila y segura, parece hasta lógico por todo lo que está sucediendo en estos tiempos con nuestra sociedad y la urbe como testigo de ello. Esto por las nuevas formas de vida pública que no están exentas de realidades sociales sorprendentes, que debieran llamar a la reflexión de todos, ya que el escuchar sobre crímenes, asaltos y violaciones es el pan de cada día. A pesar de ello, no es posible escapar del presente, porque ello implicaría evitar enfrentarse con esa realidad irrefutable y, lo peor, no reconocer que se deben idear formas de reforzamiento de la seguridad ciudadana o, en su caso, comenzar a pensar en reinventar las actividades nocturnas y festivas de las calles. Una exigencia imperante.

Es por demás conocido que la ciudad contemporánea es el lugar de multitudes que se desplazan y se concentran en las calles. Sectores donde la autogestión social ejerce sus potencialidades y lugar predilecto de la ciudadanía, pero también de los conflictos sociales, donde lo improbable de ayer es lo posible de hoy.

Tampoco es desconocido el hecho de que en la calle, al ser el lugar más democrático, todo parece estar permitido, por estar “abierta” a todo y a todos. Es por ello que hoy la sociedad invoca otro tipo de acciones de control, como por ejemplo la prohibición de la venta de bebidas alcohólicas en las vías, porque a fin de cuentas no son cantinas ambulantes. Asimismo, se debería considerar que algunas veces el imaginario de la población tiende a confundir sus límites, porque está demostrado que en esos espacios públicos no transitan ángeles.

Sin duda, la calle, un escenario de acontecimientos, nos demuestra cómo en ella puede suceder lo inimaginable, ya que allí también es posible conocer lo oscuro de la condición humana por su cualidad de lugar donde el anonimato es un “derecho”.

En los últimos tiempos, en el centro urbano paceño parecería que los mercados se trasladan por las noches a las calles, y la gente, con el pretexto de encontrar todo tipo de productos a precios reducidos, acude a esos lugares o busca transitarlos para comprar y cuidar la economía de su hogar, sin percatarse del peligro que le acecha.

Lo preocupante es cómo los niños forman parte de esas multitudes, y los jóvenes (personajes públicos de la noche y buscadores de sensaciones extremas) encuentran en esos sectores urbanos no solo el desafío para ciertas acciones, sino que además sus ansias de libertad los exponen a otro tipo de peligros, pues allí están rodeados de la venta libre de fármacos, bebidas alcohólicas y otros, sin importar las edades.

Muchas veces se encuentran palabras o apreciaciones representativas de ciertos hechos, las cuales son reutilizadas por el importante valor de su sentido. En este caso “lugar maldito”, para describir a todo sitio que motiva o ayuda a corromper a la población. 

 



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