27 Noviembre 2012

La disputa patrimonial tras la venta del Colegio Universitario Inglés

Dos torres de oficinas de 25 pisos se proyectan en parte del terreno. Apoderados aseguran que edificio y capilla son inmuebles protegidos. La Tercera 27 de noviembre 2012.

El 25 de octubre los apoderados del Colegio Universitario Inglés, que ocupa casi el total de la manzana de Av. Andrés Bello, Manuel Montt, Pérez Valenzuela y Almirante Pastene, recibieron una carta de la madre superiora de la Congregación Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús -sostenedoras del establecimiento- avisándoles que a partir de febrero de 2013 se cumpliría el “sueño largamente anhelado”: construir un nuevo colegio en la parte posterior del terreno, en el paño surponiente, que da hacia la calle Pérez Valenzuela (ver infografía).

Ahí se levantaría un edificio de tres pisos y dos subterráneos, que albergarían las salas, un gimnasio y estacionamientos (ver imagen). Para financiar el proyecto, explicaba la misiva, era necesario vender parte del paño para que se construyeran ahí torres de oficinas. En la carta no se especificaba cuál sería el terreno a vender, pero era un rumor dentro de la comunidad: se trataba del pedazo que da hacia Av. Costanera.

La alarma no tardó en encenderse. Los apoderados se dividieron. Mientras los más antiguos, que convivían con las estrecheces del edificio, se manifestaron de acuerdo con la decisión, los más nuevos se opusieron. “Las madres hablan del nuevo colegio, pero no de las dos torres de 25 pisos. Nuestros hijos van a tener que convivir por años con construcciones”, señala Paulina, una apoderada.

El nuevo proyecto ocupará el 35% de la manzana del actual colegio, y para ejecutarlo es necesario demoler el edificio de 1942, en cuyo patio interior aún viven siete de las 50 monjas que habitaron el lugar originalmente.

Las obras del nuevo colegio comenzarían en febrero de 2013 y se entregarían en marzo de 2015, momento en que empezarían a levantar las dos torres de oficinas para tenerlas listas en 2017. Lo único que seguiría en pie sería la iglesia, que está en la esquina.

Amenaza patrimonial

Cuando se aprobó el Plano Regulador de Providencia en 2007, todo el colegio quedó protegido como Inmueble de Conservación Histórica. No se le podía demoler. Sin embargo, en noviembre de ese año, el comité asesor de urbanismo de la municipalidad envió al seremi de Vivienda de la Región Metropolitana unos cambios catalogados como “fe de erratas”. Cosas menores: tildes, signos de puntuación y ocho cambios en los planos de Inmuebles de Conservación. Todos menores, salvo el último punto, que señalaba que no todas las instalaciones del colegio eran protegidas, sino solamente la iglesia. Así consta en el plano regulador publicado en el diario oficial el 15 de junio de 2008.

David Ayala, analista en Planificación Comunal de la seremi de Vivienda dice que no es usual que se pidan estos cambios, pero que se hacen. “Corrigen errores formales, no de fondo. Pero el responsable final es el municipio. Son ellos los que delimitan las áreas de conservación”, afirma.

Todos los cambios fueron aprobados por el concejo comunal en mayo de 2008. Consultado sobre quién habría hecho las modificaciones de fondo, el concejal Rodrigo García Márquez, quien entonces votó a favor de los cambios, esboza: “Vislumbro que la congregación pidió que se precisara bien el área de conservación para saber si podían vender el terreno. En todo caso, el informe lo votamos por unanimidad con todos los antecedentes sobre la mesa”. La directora del colegio, María Teresa Irureta, dice que ni siquiera sabía que la iglesia era de conservación histórica. “Primero pensamos remodelar el actual edificio, pero desde hace cuatro años surgió la idea de vender el paño de costanera para financiar una nueva edificación”, señala.

Diego Edwards, arquitecto y apoderado del colegio, rescata otro punto: “Cuando se construyó la Universidad San Sebastián en Bellavista, supimos cómo se ve una capilla junto a un mastodonte moderno: como la casa del perro”. El apoderado agrega que el tema no está zanjado, porque “la errata” sólo es una enmienda gráfica, no un cambio de fondo: “La municipalidad la interpretó como una desafección del terreno, pero para eso falta una modificación del Plano Regulador, la que no se ha hecho”.



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