19 Mayo 2011

Antisistemas del Mayo del 2011

Columna de opinión de Juan Carlos Escudier, columnista, Diario Público de Madrid.

Columna de opinión de Juan Carlos Escudier, columnista, Diario Público de Madrid. A los acampados por una Democracia Real se les ha empezado a tildar de antisistema, que es uno de esos términos cuyo significado se ha retorcido hasta vincularlo a la violencia como sinónimo de vandalismo. Un antisistema puede ser un rebelde que siente repugnancia de que se hayan dedicado 1,3 billones de dólares a salvar a los bancos de la quiebra cuando menos de un décima parte habría sido suficiente para acabar con el hambre en el mundo, o simplemente alguien que se oponga a esta espiral de producción-consumo que está esquilmando al planeta. Los antisistema no se oponen a todos los sistemas sino sólo al imperante; al contrario, creen que es posible otro sistema más justo, donde no paguen todos por los desmanes de unos pocos. A los antisistema no se les distingue por la calle ni tienen como oficio la quema de contenedores. De hecho, la inmensa mayoría usa las papeleras. Pueden peinarse a lo punki o con la raya al lado, pueden llevar camiseta o traje, deportivas o Martinelli, mochila o maletín. Pueden ser estudiantes o profesores, activos o parados, propietarios o inquilinos, solteros o casados, heteros o gays. Y desde luego, no tiene por qué asociarse en tribus ni colocarse en los fondos de los estadios de fútbol y patear a los contrarios a la salida. No deja de ser curioso que algunos políticos, especialmente aquellos que utilizan la expresión como un insulto, tengan a menudo comportamientos que socavan el sistema que dicen defender. ¿No es antisistema cuestionar la legitimidad del Tribunal Constitucional o sus sentencias? ¿No es ir contra el sistema votar en la oposición lo contrario a lo que se haría en el Gobierno? ¿Y tapar la corrupción? Si los que proclaman un día sí y otro no que el país está al borde del precipicio no son antisistema, serán prosistema pero con muy mala leche. Entre el Mayo del 68 y el de éste 2011 hay grandes diferencias, pero también similitudes. Como entonces, hay una crisis insoportable, revoluciones en marcha y guerras a las que oponerse. Lo que se pide ahora no es que la imaginación llegue al poder; bastaría con que lo hiciera el sentido común.19 may 2011.



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