28 Mayo 2013

Terminar con las donaciones anónimas

Columna de opinión de Patricio Herman de Fundación Defendamos la Ciudad, publicada en Estrategia 28 de mayo 2013.

Esperamos se modifique la ley para que en las elecciones de noviembre próximo votemos con conocimiento de quiénes financian a quién. A raíz del episodio de la diputada Isasi, quien habría recibido aportes económicos por parte de una empresa pesquera interesada en que se aprobara la Ley de Pesca en los términos decididos por el gobierno, saltó al debate público la inconveniencia de que se mantenga en la Ley Electoral la norma de reserva para las donaciones que reciben los candidatos que compiten cada 4 años en las elecciones populares.

El ex asesor parlamentario de la diputada, la acusó de haber recibido de esa empresa un pago por un “estudio” determinado y ella argumenta que se trataría de una donación anónima, por un monto determinado recibido en un periodo electoral, tal como lo manda la ley, y que desconoce su cifra exacta, asunto que se está viendo en el Ministerio Público. Recordemos que los dadivosos que financian a sus preferidos descuentan de sus pagos de impuestos una parte de esos obsequios, de tal forma que en la práctica es el Estado quien proporciona esos dineros. 

Independientemente del resultado de esta investigación judicial, y con el propósito de evitar futuras malas prácticas, es urgente modificar la ley respectiva para transparentar estos financiamientos que sí consideramos necesarios. Digámoslo con claridad, siempre los donatarios van a saber quiénes son los donantes y cuando – después de ser elegidos- ejerzan sus cargos de poder político, sus financistas les van a exigir las correspondientes “contraprestaciones”. 

Hay que erradicar el secreto para combatir la corrupción y, en tal sentido, esperamos que a la brevedad, por expreso pedido de todos los candidatos presidenciales, se modifique la ley para que en las elecciones de noviembre próximo votemos con conocimiento de quiénes financian a quién, ya que de esta manera tendremos certeza de que en Chile, dilecto miembro de la conspicua OCDE, opera la democracia de verdad.

 



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