16 Abril 2012

Contradicción vital

Carta al director de Julio Poblete, publicada en la Tercera el 16 de abril 2012.

HE COMENTADO por separado, tanto la construcción de la pasarela peatonal sobre Avenida Manquehue que unirá las dos secciones del Parque Araucano, como también la lamentable aparición de un mall "a tajo abierto" en el subsuelo del mismo parque, conocido como Kidzania. Esta vez gatilla mis palabras la contradicción evidente que existe entre el gran esfuerzo por darle continuidad hacia el oriente al mencionado parque, con la irrupción de una verdadera herida abierta (Kidzania) que justamente lo que hace es anular, o al menos obstaculizar gravemente la continuidad peatonal, visual y paisajística del parque en sentido oriente-poniente. ¡Qué difícil es lograr la continuidad de nuestros espacios públicos! ¡Qué gran noticia es cuando municipios colaboran para "coser" trozos de ciudad inconexos! Sin ir más lejos, hace algunos días, la propia Municipalidad de Las Condes, con su homónima de La Reina, inauguraron una flamante ciclovía intercomunal. ¿Por qué aquí se procede justo en sentido contrario? Las acciones sobre la ciudad, y en especial sobre el espacio público, quedan, dejan huellas indelebles. Un afamado urbanista me comentaba alguna vez que para él, reducir la ciudad a su esencia era sinónimo de hablar de sus vacíos: las calles y los espacios públicos. Sobre ellos se podía refundar una y otra vez. Dada esa permanencia inexorable de las acciones fundacionales de una ciudad, ¿por qué atentar contra ellas? ¿Por qué la falta de congruencia entre los que hace mi mano derecha y mi mano izquierda? En la ciudad no aplica la frase bíblica que dice "que no sepa tu mano derecha lo que hace tu mano izquierda". El actuar sobre la ciudad debe ser siempre armónico, coherente, perseverante, coordinado e incluso redundante. En un mismo territorio, sobre un mismo parque y a menos de 500 metros entre ellas, una misma municipalidad construye una obra que "une" y autoriza otra que "separa y divide". Los planes de obras de los municipios no son un listado de supermercado donde el objeto es completar una despensa variada de abarrotes. Los planes de obras urbanas deben ser parte de un pensamiento hilado y coherente, de una visión que tiene que ver con incorporar los ingredientes justos para armar "el mejor plato" y no coleccionar ingredientes al azar, o eventualmente excluyentes o contradictorios. Como ciudadanos debemos aprender a mirar y entender qué se persigue con las obras que llevan adelante nuestros gobiernos locales. Una lectura aislada de ellas nos puede llevar a juicios errados. La coherencia mostrada en otros planes de obras de varios municipios capitalinos y de provincia habla que la tarea se puede hacer bien, no es ciencia oculta. Se debe tener claro el propósito y alinear las acciones hacia él. La ciudad no es lugar para exhibir obras cual trofeos, es el lugar para hacer un trabajo colaborativo que permita construir valor y no destruirlo. Cuando criticamos a veces a los agentes inmobiliarios por ser destructores de valor y no creadores de valor, no nos olvidemos que en ocasiones un agente público también puede equivocar el rumbo. La contradicción en la acción es señal de un rumbo equivocado.



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